Chiquitanía

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El Plan Maestro.


El trazado básico.

El sitio donde se emplaza el pueblo se seleccionaba en el marco de la geografía dominante, por métodos prácticos de observación y usos comprobados de asentamientos preexistentes. Por lo general se ubica en la explanada mayor de una serie de lomeríos bajos, articulados por pequeños arroyos y meandros que conforman una red vasculante de agua en bajíos y curiches. El sitio elegido está libre de inundaciones, son tierras fértiles, su topografía permite controlar los niveles y gradientes para habilitar lagunas y atajados a fin de garantizar la provisión de agua permanente para el consumo familiar y la producción agropecuaria silvo-pastoril. Los atajados sirven además como regulador del drenaje pluvial y estabilizador del clima, permitiendo la conformación ambiental de un microclima propicio para el asentamiento humano.

Una vez resuelto el emplazamiento ambiental, se desarrolla el plan maestro. La organización espacial y funcional del programa urbano no surge de la plaza como habitualmente se lee en las descripciones bibliográficas, sino que nace de dos líneas imaginarias, dos ejes abstractos y globales que dividen e integran el territorio donde se interviene. Por un lado, el eje del poder y de la pertenencia, extendido en sentido longitudinal, el camino de la vida y de la muerte, las aguas divisorias que separan la pertenencia eterna, sacral y colectiva, con la pertenencia temporal, laica, civil e individual. Y por otro lado, el otro eje de lo sagrado y del misterio, extendido en sentido transversal, el camino de la liturgia y el misterio, que une los dos mundos reconocidos por los jesuitas y por la concepción agustiana: el mundo de Dios y el mundo terrenal.

El eje del poder y de la pertenencia es una línea imaginaria que virtualiza la división del pueblo en dos partes: sobre uno de sus bordes se emplazan los edificios del programa religioso, destacándose por su escala y singularidad, la presencia del templo y el campanario; y por su otro frente, se ubican los manzanos de viviendas de indios y la plaza con sus respectivas capillas posas ubicadas en sus cuatro esquinas. En forma transversal a este eje surge el eje del misterio y de la sacralidad, uniendo los principales elementos de la reducción con el núcleo vital: plaza-patio. El recorrido comienza en el acceso principal al pueblo, mediante la capilla Betania, desde la cual se conecta con la plaza hasta encontrar la cruz central; de ésta sigue la misma dirección hasta llegar frontalmente al portal que da al patio principal. De esa manera, culmina parcialmente el recorrido del camino sagrado de la vida y de la muerte, especialmente preparado para el regocijo humano y la estigmatización cristiana del pueblo.

Sobre el centro del eje transversal se ubica la plaza desde la cual aparecen ordenadamente las viviendas de indios, en contraposición al clásico amanzanamiento cuadricular vigente en el modelo indiano, como primera respuesta habitacional colectiva construida en el Nuevo Mundo. La vivienda (pabellón continuo) es el lugar donde se duerme, descansa, cocina y se trabaja; cuenta con galería -interna y externa- como un espacio espacial, porque no sólo es el lugar de protección climática -sol y lluvia-, sino que se convierte en el lugar de integración con su medio ambiente y de encuentro con la comunidad.

El plan maestro, por su estructuración axial se presenta como un esquema abierto y sistematizable. Es decir, que su trazado definitivo está en función a las posibilidades reales de ejercitar un adecuado control de crecimiento, ya que alcanzados ciertos límites se afrontan problemas sociales y económicos de organización y control, en virtud a la capacidad de autosuficiencia, producción, integración interétnica, y a los mismos principios de las ciudades ideales griegas de Platón o Aristóteles. Este hecho explica el porqué ninguna reducción sobrepasó los 3.000 habitantes, por el contrario, cuando los pueblos superaban sus proyecciones originales -por cuestiones productivas, alimentarias, migraciones, etc.-, era subdivididos y reorganizados en una nueva reducción. Las referencias físicas para delimitar la expansión urbana son precisas. Sobre el eje longitudinal donde se encuentra el núcleo religioso, el pueblo con viviendas no podía crecer. El crecimiento controlado se hacía hacia los otros tres lados, tomando como referencias la capilla Betania -en el centro del eje transversal- separada de la plaza a unos 300 metros de distancia; o los últimos edificios del conjunto religioso, en el eje longitudinal, extendidos a lo largo de 1.000 metros promedio a partir de la plaza.


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Virgilio Suárez Salas.


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