Chiquitanía

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El Programa Misionero.


La palabra Misión proviene del latín "missio", que significa acción de enviar, y se refiere a las actividades de evangelización, o viaje que hacen los predicadores para difundir la religión. Reducción, por su parte, viene de reducir, en el sentido de llevar, persuadir, transformar un estado primitivo -itinerante y nómade- a otro estado comunitario de corte occidental -establecido y sedentario-. Una definición simple y global es proporcionada por la Real Academia Española, cuando dice que las misiones-reducciones son: pueblos de indios convertidos al cristianismo. Por extensión, la misma Academia considera que "la misión o la reducción, es la tierra, provincia o lugar donde predican o viven los misioneros".

Fundamentos de la metodología misionera.

En la construcción del sistema misionero en un territorio tan amplio y medianamente explorado, los jesuitas plantearon una estrategia de intervención global a mediano y largo plazo, que les permitía establecer las bases estructurales para implementar su metodología con eficiencia y continuidad. Por tanto, el punto de partida fue apoyarse en la tradicional vocación ciudadana de las culturas mediterráneas, como dominante en la concentración poblacional, en este caso en torno a reducciones, los pueblos de indios. Con el nucleamiento urbano se inicia la fase de contacto, persuasión y evangelización interétnica, asegurando su presencia social participativa y orgánica, primero, en la liturgia externa, y luego, en la estructura productiva.

Una vez definida la estrategia urbana, se entiende sus ventajas: muchas tribus pasaron a vivir en un solo lugar, facilitando la organización masiva de campañas de catequización, preparándose a los pueblos para defenderse de las incursiones de encomenderos y esclavistas. Este hecho conjuga el accionar de otros objetivos, como el establecimiento de una población compacta y grande con facilidades de agua, cultivo y seguridad; y la conformación de una red planificada de centros poblados cercanos y complementarios.

El método reduccional tuvo inicialmente en lo religioso y lo humanitario sus principales argumentos, luego debió complementar su globalización con la recurrencia de otras variables -económicas y coyunturales- que aseguren su viabilidad, ya que también se enfrentaba a los excesos del poder colonial que usufructuaban del sistema encomendero. En los hechos las encomiendas -ante la reiterada transgresión al régimen indiano- se transformaron en una especie de efectiva esclavitud; como también era evidente que desde la misma colonia española habían quienes se ocupaban del negocio de venta de indios (1). Para ese efecto era necesario producir y garantizar los medios y recursos que estructuren un poder paralelo que sostenga el modelo alternativo. En ese marco, en 1727 los jesuitas logran que la Corona ordenara la prohibición del ingreso de extraños a las misiones -europeos y criollos-, estableciéndose que todo contacto exterior se realice en las procuradorías de Puerto Pailas y San Francisco Javier, como máximo punto de llegada.

Proceso de aculturación.

En la fase de aculturación, se tuvo especial cuidado para que el indígena asimile el nuevo orden sin traumas ni conflictos graves. En este sentido, la campaña evangelizadora durante la fase del contacto, fue operativamente abierta y flexible, evitando que el contenido ideológico del dogma papal entre en contradicción con los valores religiosos de las etnias reducidas. La nueva propuesta aborda inicialmente sólo el cambio de los aspectos exteriores de la doctrina, de modo que el proceso de catequización se centraliza más en la liturgia que la depurada evangelización; al parecer, la prioridad era la cristianización masiva e inmediata (2). El aumento sistemático de núcleos poblacionales era un trabajo de enorme importancia; en primera instancia se organizaban sendas campañas de evangelización y reclutamiento no siempre pacíficas.

En algunos casos se debió comprar esclavos, en otros, se imponía el buen sentido de sobrevivencia ante situaciones apremiantes, como señala Knogler: "los infieles se mantienen quietos siempre que comprenden que no pueden huir y que su número no es suficiente para resistir" (3). Por otra parte, la existencia de prisioneros infieles en San José con "de doce pares de grillos metálicos que tienen los indios guaicurús" (4), confirman el tratamiento que se daba a parcialidades enemigas o renuentes a incorporarse al nuevo régimen. Otra variante fue la "caza de infieles" por ejércitos de 300 a 500 indios al mando de los más fervorosos caciques. El nuevo programa parte del dogma que fuera de la iglesia no había salvación, de ese modo se rechaza y condena los valores religiosos y míticos de los pueblos originarios, por lo general estigmatizados y reducidos a su mínima expresión.

Cuando se establece el relacionamiento con los indígenas se respetan ciertos valores organizativos y culturales de los pueblos originarios, y privilegia una cultura y una lengua dominante (5). En Chiquitos el sector del contacto era habitado por un conjunto de naciones, como los Piñocas principalmente, los Manacicas, Xamarós, Puyzocas, Piococas, etc.; es decir, en un triángulo territorial cuyos puntos extremos lo comprendían los pueblos que darían origen a las reducciones de San Javier, San José y Concepción. El factor común del sector era el idioma Chiquito, que en su momento fue -y es- considerado de alta complejidad, no "integrable a un grupo mayor de idiomas", como también es tan difícil, que para saberlo y hablarlo no bastan muchos años, diría el padre Fernández (6). Y frente a la posibilidad de aprender todas las lenguas nativas, la prioridad fue identificar y estructurar gramaticalmente el idioma Chiquito, como una especie de lengua general, que debía imponerse al resto de las parcialidades.

A pesar del amplio sentido de libertad que tenía el indio, reacio a aceptar fácilmente el concepto del trabajo formal en términos disciplinados, con el sistema misionero se introdujo el culto al trabajo. En la reducción todo el tiempo se trabajaba, desde niños hasta ancianos: tres días en el campo comunario y tres días en el chaco familiar, el día domingo era cuando todos -sin excepción- trabajaban en el campo litúrgico.

La vida misionera.

Son varios los testimonios que califican a las misiones como una sociedad estrictamente regularizada y disciplinada. Cada una de las actividades se hacía de acuerdo a un orden previamente establecido. Se trataba de un riguroso ordenamiento colectivo de pueblos totalmente ritualizados.

La vida en la reducción se parece mucho a la de un convento o campamento militar fronterizo. La jornada diaria empieza a las cinco de la mañana, luego viene la misa y después el trabajo. Los días de fiestas hay grandes celebraciones litúrgicas, teatrales, de danza y música. Cada actividad está normada, desde la hora de trabajo hasta el descanso, desde el acostarse hasta el cumplir las obligaciones matrimoniales, desde el levantarse hasta el asistir a misa, en todos los casos bajo el vigilante sonido del campanario, a escala de grupos mayores, o con el acompañamiento de tambores a escala de grupos menores. En ese contexto, el nuevo orden, simultáneamente a tiempo de socializar los medios de producción imponía un inevitable paternalismo, en donde cada acto individual y social se programaba de acuerdo a un itinerario invariable, que debía cumplirse con rigor y disciplina (7).

En el orden penal fue una de las primeras sociedades occidentales donde se abolió la pena de muerte, empero el control de seguridad y policial era extremadamente duro: en cada pueblo aparecen sistemáticamente cárceles con sendos grilletes metálicos -doce pares de grillos- para indios infieles, rebeldes y desobedientes. Sobre los castigos a que someten a los indios infractores, Knogler escribe: "es evidente que sin disciplina no se puede vivir en una comunidad... Tenemos tres grados de castigo, parecidos a los que hay en la justicia militar: castigo corporal, cárcel y proscripción" (8).

Administración participativa.

Una vez definida la red de unidades urbanas autosuficientes, con un alto grado de independencia -porque no pagaban tributos directamente, ni estaban sometidos a los rigurosos controles reales-, fue necesario organizar un sistema administrativo fuerte, que encare un modelo de amplia base cooperativa y comunaria, a manera de superestructura de poder que recupera la tradición precolombina de asambleas a través de la Corregiduría y el Cabildo Indigenal.

El nuevo gobierno tuvo como prioridad superar las ambiciones domésticas, el control y la eficiencia de sus miembros. Para ese fin, se tuvo especial cuidado en asegurar compensaciones justas al buen comportamiento. Si bien los padres eran indiscutiblemente la cabeza visible de máxima autoridad, en un segundo nivel, el manejo interno estaba en manos de los indígenas, a los que se nombraba a principio de cada año. Las autoridades que habían desempeñado adecuadamente sus investiduras, eran promovidas a cargos superiores; en cambio a los negligentes se les rebajaba de categoría, o según el caso, desaparecía el cargo. "Daba gusto gobernar la misión en los meses de diciembre y enero, todos se anticipaban a los mandatos; el uno para no perder sus oficios y el otro para justificar su elección" dice Eder, al comentar el interés en pertenecer a la clase dirigente (9). "En lo temporal está bien arreglado su gobierno interno. Tienen su cabildo que se compone de un Indio Corregidor, que es lo mismo que el Cacique Mayor vitalicio, los Alcaldes, Regidores, Alguaciles, y demás oficios de República. Y paralelo en lo militar tienen Maestres de campos, Capitanes y las demás que corresponden a las milicias establecidas" (10).

Sistema económico mixto.

La existencia de dos tipos de tierras y escalas de trabajo: individual el Aba-mbae, y comunitaria el Tupa-mbae, y un aparato productivo altamente socializado, califican al sistema misionero como un régimen de economía mixta, con planificación de dirección centralizada, en la cual coexisten dos formas de producción y propiedad, lo privado debidamente integrado a lo colectivo.

Por una parte, el "Aba-mbae" se refiere a la propiedad o tierra del indio, a lo individual donde se ejerce la propiedad privada del mobiliario, instrumentos manuales de labranza y animales domésticos. Para este fin, se asegura la organización familiar a partir del matrimonio, asignándole un lote de terreno, como unidad básica de producción doméstica -la chacra familiar-, donde se cultiven los alimentos básicos requeridos por el nuevo núcleo familiar: maíz, yuca, plátano, etc. "Luego que se casa el indio forma su chacra, y si no tiene los instrumentos de hierro necesarios, recurre al cura para que se los dé ofreciendo traerle cera a su tiempo ... cada indio forma su chacra, que no es todos los años en un mismo sitio; queman los montes por septiembre y octubre, y rozan un pedazo de tierra donde siembran maíz, su principal alimento, yuca, asimismo siembran zapallos, arroz, frijol, plátanos ... contentándose con lo que pueden consumir en el año, porque estas especies no son comerciales" (11). Las tierras del "Aba-mbae" comprendían además de los chacos, el monte y campo de pastoreo que se entregaban a los caciques para distribuirlos entre las familias de sus parcialidades. "El cuidado de los jueces se reduce que se hagan sus siembras no distantes al pueblo, para que no falten a las distribuciones de la iglesia y duerman en sus casas" (12).

Por otra parte, el "Tupa-mbae", propiedad o tierra de Dios, comprendía las tierras de producción agropecuaria e industrial destinadas al uso y bienestar común de la misión. "Los indios hacen una sementera demás (de diversos productos) para el cura ... y todo va a almacenarse en los trojes del cura que tiene más comodidad en las huertas" (13). Se trata de una estructura de producción colectiva de productos que no se consumen a diario ni tienen valor comercial interno -caña de azúcar, algodón, recolección de cera, arroz, maíz, etc.- A lo agrícola se suma la actividad pecuaria a través de una red de estancias ubicadas próximas a los pueblos para la cría de animales de producción y transporte como el ganado vacuno y equino. De la misma manera, los talleres de diversos gremios aseguraban una sostenida y creciente producción de ciertos artículos manufacturados, como herramientas de trabajo, bienes muebles en general, armas de fuego, etc. Lo generado por este sistema, debía cubrir los gastos comunes -tributo real, construcción y mantenimiento del culto, iglesia, etc.- Una vez que el objetivo económico de abastecimiento alimentario y autosuficiencia fue alcanzado, aparece una línea de nuevos productos como tejidos y cera, y otros artículos manufacturados que son comercializados en el exterior.

Sistema educativo integral.

Directamente relacionado con la organización social y económica surge la necesidad de implementar un modelo educativo que asegure la incorporación e integración del hombre en todas sus dimensiones y expresiones posibles. De esa manera los miembros de la reducción quedaban integrados al modelo educativo en forma orgánica y continua desde su nacimiento hasta su muerte. Desde lo individual hasta lo colectivo. Es decir que contemplaba, desde el modo de comer, del vestir, del cantar, del danzar, del mandar y del obedecer. Y fundamentalmente quedaba incorporado el concepto del Trabajo. En este sistema, los niños, ancianos, mujeres y hombres cumplían un rol funcional sin excepciones.

La escuela no fue la escuela tradicional de maestros y horarios formalizados, sino que el templo y por extensión los talleres y las salas de música -principalmente-, y las sementeras se convirtieron en la otra escuela vital. Cada uno de los miembros de la misión fueron educados para desarrollar un determinado oficio, para la convivencia pacífica y el trabajo, y para la producción hasta el punto que el trabajo quedó profundamente asociado a lo festivo, a lo llevadero, a lo posible.

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Notas Bibliográficas:
(1) Fernández afirma que "Habiáse formado tiempo antes una compañía de mercaderes europeos que decían feria de los indios, y los compraban tan baratos, que una mujer con su hijo, valía tanto como entre nosotros valen una oveja con su cordero"; en: FERNÁNDEZ, Juan Patricio: Tomo I, Cap. II., pp. 80-83.
(2) José Carlos Mariátegui (1895-1930) expresa que "los misioneros no impusieron el evangelio, impusieron la liturgia... El paganismo subsistía bajo el culto católico"; en: CAVERI, Claudio: Los sistemas sociales a través de la arquitectura. Buenos Aires, 1976, p. 126.
(3) KNOGLER, Julián S.J.: Relato sobre el país de la nación de los Chiquitos. 1768; en: HOFFMAN, Werner: Las misiones jesuíticas entre los Chiquitanos. Buenos Aires, 1979, Cap. I., p. 163.
(4) Archivo Nacional de Chile (ANCH). Vol. 232.
(5) El origen y la naturaleza de la "lengua chiquita, pura y legítima (surge a partir) de San Javier, que era la consignada en las gramáticas, vocabularios y catecismos" -es decir, del primer contacto con lo Piñocas-. Por consiguiente "San Javier fue desde un principio la almáciga de indios chiquitos, destinada a la propagación de la mejor especie indígena en los demás planteles misionarios", y de ese modo se instrumentaba el método llevando a "cada reducción nueva ... un número conveniente de chiquitos, para que con la suya borrasen cualquiera otra lengua, y para que, emparentándose con esos neófitos, les infundiesen la índole chiquita, que era mansa, sociable y dada a las ocupaciones domésticas y al trabajo agrícola"; en: MORENO, Gabriel René: Catálogo de Mojos y Chiquitos. Santa Cruz, 1973, p. 502.
(6) "cada ranchería usa lenguaje diferentísimo y difícil, y mucho más que todo el de los Chiquitos, lo cual me causa grande pena y desconsuelo y me falta poco para persuadirme que no podré emplear mis sudores y fatigas en provecho de esta nueva cristiandad por falta de lengua ... los padres más antiguos que cuentan veinticinco y más años de misioneros en estas reducciones, ninguno hay que lo sepa a la perfección"; FERNÁNDEZ: Ob. Cit., p. 62.
(7) J.M. Peramás cita el libro de I. Insaurralde y J. Escandón con el título de Ara porú aguiyey: Del recto uso del uso del tiempo de los padres, en dos volúmenes, en el que se instrumenta un plan de ordenamiento riguroso de punto por punto, cómo pasar el día íntegro santa y dignamente, ya sea trabajando en la casa, cultivando en el campo, camino a la iglesia, asistiendo a la misa, recitando el rosario, etc.
(8) KNOGLER, Julián S.J.: Ob. Cit., pp. 179-180.
(9) EDER, Francisco S.J.: Descripción de la Provincia de Mojos en el Reino del Perú. La Paz, 1888, Cap. VIII.
(10) Archivo Nacional de Bolivia (ANB). Vol. 24-I, del Gobierno, folio 19.
(11) ANB. Vol. 24-I, folio 14.
(12) ANB. Vol. 24-I, folio 46.
(13) ANB. Ob. Cit.


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Virgilio Suárez Salas.


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