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Medios de Transporte durante la Epopeya Colonizadora.


Pintura: Área Integrada · Medios de Transporte durante la Epopeya Colonizadora. Autor: Carlos Cirbian Barros.

Al crearse la república de Bolivia en el año 1825, los cruceños iban a quedar al margen de la convulsionada e inestable vida política nacional que se suscitó, al menos, en el primer medio siglo de vida republicana. En esas circunstancias, los cruceños continuaron realizando y desarrollando sus faenas tradicionales de cultivar sus tierras y criando extensivamente ganado bovino, y cuando su espacio quedó pequeño, avanzaron y penetraron en la selva virgen y sobre las aguas de los caudalosos ríos en busca de nuevos horizontes, como siguiendo la máxima del fundador de la comunidad cruceña, Don Ñuflo de Chaves de "poblar y desencantar la tierra". Sin embargo, hay que decir que la exploración a lejanos espacios ignotos comenzó, prácticamente, tras ser fundada Santa Cruz de la Sierra en el año 1561. Los cruceños ya habían abierto, siglos antes, el camino para los asentamientos de las misiones jesuíticas en Moxos y Chiquitos, así como, en el Chaco para las reducciones franciscanas. Si bien desde el último tercio del siglo XVIII, es decir, después de la salida de los padres jesuitas, habían comenzado a ocupar paulatinamente las referidas ex reducciones de éstos y, también, la región chaqueña es, sin embargo, durante el periodo republicano cuando la ocupación de todos esos territorios cobra mayor impulso. Pese a no contar con una población numerosa, los cruceños de la comarca grigotana, emprendieron la marcha, casi simultáneamente, a Moxos, Chiquitos y el Chaco, siendo la crianza de ganado bovino la principal ocupación y más adelante, en el norte y noroeste, la explotación de la cascarilla (Chinchona officinalis) y de la goma elástica (Hevea brasiliensis). Un gran espacio territorial que llegó a abarcar más de un millón y medio de kilómetros cuadrados; con clima y topografía diversa; con bosques altos y sombríos; otros, más bajos, secos y enmarañados; asimismo, amplios campos cubiertos de pastizales, llanuras semiáridas, extensas zonas anegadizas y pantanosas, así como, también, tranquilos valles.

En ese periodo expansivo, los cruceños utilizaron todos sus medios tradicionales de transporte para alcanzar sus objetivos: el buey - caballo en la llanura mojeña y en las zonas pantanosas de la Gran Chiquitania; la mula, si bien tuvo un uso generalizado para dirigirse en todas las direcciones, fue imprescindible para las travesías por la seca y arenosa región chaqueña y en los viajes hacia y desde el norte de Argentina, así como, también, para el intercambio comercial con la zona andina del occidente del país por los angostos y peligrosos caminos de herradura. El denominado carro chiquitano, a veces jalado hasta por seis yuntas de bueyes, era el de mayor capacidad para el transporte terrestre de carga; debe su nombre, principalmente, por los grandes recorridos que realizaba a través de la Gran Chiquitania y sus confines. El caballo representa al transporte más liviano y rápido de todos los anteriormente referidos. Finalmente, el batelón, la antigua embarcación para el transporte fluvial simboliza las grandes travesías de los cruceños a Moxos, al Noroeste, al Madera y al Amazonas. Todos estos medios de transporte sirvieron y posibilitaron a los mestizos cruceños e indígenas que los acompañaban, la extraordinaria epopeya colonizadora; titánico esfuerzo realizado con los precarios recursos propios disponibles y sin presupuesto público, el mismo que ha sido de gran trascendencia para el país ya que a ellos le debemos el haber incorporado y consolidado para Bolivia, extensas regiones que hoy constituyen el Oriente boliviano.

En la ilustración vemos los principales medios de transporte utilizados por los cruceños en ese periodo de tiempo, así como, también, el principal puerto fluvial que tuvieron, además de algunos elementos representativos y simbólicos de su cultura, propagados en el vasto territorio donde se establecieron.

NÚMEROS EN LA ILUSTRACIÓN.

1. EL MESTIZO CRUCEÑO.
Fruto de la fusión biológica y cultural, entre los exploradores españoles y las etnias nativas locales. Sentó presencia y soberanía en un espacio geográfico que abarcó más de un millón y medio de kilómetros cuadrados donde, además, transportó y reprodujo su particular bagaje cultural con sus singularidades sociales, su particular forma de hablar el castellano, así como, todo el acervo de sus tradiciones. En la ilustración lo vemos junto a su inseparable compañera, así como, usando el clásico poncho de algodón muy característico de los viajeros de la región cruceña durante el siglo XIX.

2. EL CABALLO.
(Equus ferus) Mamífero herbívoro perisodáctilo de la familia Equidae. Su domesticación se remonta a unos 5500 años, en las estepas euroasiáticas. El caballo llegó a América introducido por Colón, a fines del siglo XV; y a la región cruceña con los primeros exploradores españoles, en el siglo XVI; quienes trajeron la raza ibérica conocida como caballo español, el mismo que después pasaría a denominarse caballo criollo. En la región cruceña, el caballo fue muy utilizado como animal de silla, de carga, así como, para tirar sulkys y carruajes. Y, también, para encerrar ganado o lacearlo y para carreras de cuadra, jugar chivo y sortija, además de otros juegos ecuestres populares. El caballo preferido para los viajes y paseos era el más sillonero o sea el de mejor peso. En el pasado, fueron famosos los caballos provenientes de El Palmar y Perotó (provincia Sara), por la resistencia que tenían para vencer largas distancias, correr incansablemente en las faenas del campo y dominar eficientemente a las reses más ariscas y cerriles. Entre las coloraciones más frecuentes del caballo criollo, están: tordillo, moro, tobiano u overo, castaño claro y oscuro, bayo, guaraca, plateado, negro y muchas otras variaciones y tonalidades.

3. LA MULA.
(Equus africanus x ferus) Mamífero herbívoro perisodáctilo, e híbrido no fértil, de la familia Equidae. Es el resultado de la cruza, de un burro (Equus africanus asinus) y una yegua (Equus ferus), dos especies distintas que, sin embargo, pertenecen al mismo género. Entre las referencias más antiguas que se tienen de la existencia de mulas, hay una en la Biblia, en el Viejo Testamento, donde se menciona que en Palestina, en la época del rey David ya las criaban. En la región cruceña, cuando es hembra, se denomina mula y cuando es lo contrario, simplemente, macho. Cuando se da, raramente, el caso de que un potro cubra una burra, el resultado, se denomina romo, que generalmente es un animal débil y más pequeño que la mula. En Santa Cruz, la mula ha sido de relevante importancia para la economía de la región, ya que prácticamente toda la producción azucarera cruceña, desde el siglo XVII hasta las primeras décadas del siglo XX fue transportada a la región andina de Bolivia, en recuas de mulas; llevando cada acémila una carga reglamentaria de hasta 8 arrobas(14) o 92 kilogramos de peso. La mula, también, ha prestado sus invalorables servicios a los cruceños, en los largos viajes a Moxos; desde y hacia el norte argentino, con los dilatados arenales del Chaco de por medio; así como, a través de la Gran Chiquitania, hasta los límites con Brasil e, igualmente, en las faenas del ámbito ganadero. En la región cruceña no fue utilizada, ni como animal de tiro, ni de labranza. La mula para los viajes largos y como animal de carga, es muy resistente y mucho menos exigente que el caballo.

Las monturas, para los caballos y mulas, es decir, los aperos (sillas), caronas, estribos, riendas, cabezales, jáquimas, cinchas, alforjas de suela, etc., fueron fabricadas siempre, por los expertos y tradicionales talabarteros de la región.

4. EL BUEY - CABALLO.
(Bos taurus) No es otra cosa que un buey, es decir, un toro castrado, pero además, amansado para ser ensillado y cabalgado; el mismo, que se maneja a través de riendas de cuero que pasan por el cartílago de su nariz. Esta modalidad de cabalgadura es muy antigua y se remonta a miles de años en Asia; aún hoy, es común verla, tanto en África, como en India. En Santa Cruz, fue imprescindible para las largas travesías de los cruceños por zonas con caminos interrumpidos por curichis(15), así como, con largos tramos pantanosos y embarrados; sectores imposibles para el tránsito del caballo y de la mula. El uso del buey - caballo, en la región cruceña, se remonta a los primeros años del periodo colonial, en el siglo XVI.

5. EL BATELÓN.
Es una embarcación amplia, con armazón formada por cuadernas o costillas ensambladas sobre una recia quilla de madera de curupaú (Anadenanthera colubrina), y cubierta con planchas de madera de itaúba (Mezilarius itauba), remachadas al esqueleto; además de la utilización de otros elementos, como: estopa, brea y varillas de fierro. Llevaba timón de popa y leme(16) para manejarlo. En la parte posterior de la embarcación estaba ubicado un cobertizo techado con hojas de motacú o cuero crudo, denominado camarote, para el resguardo de la carga más delicada y para que los pasajeros puedan protegerse del sol y de la lluvia. Tenían una dotación de ocho o doce remeros, generalmente indígenas mojeños, cayubabas o guarayos, así como, un piloto. La capacidad de carga de los batelones variaba según su tamaño, había de 800, 1.000, 1.500 y hasta de 2.000 arrobas. Es una tecnología antigua que fue introducida a Sudamérica por los españoles y portugueses, en el siglo XVI. El pesado y lento batelón es el símbolo del transporte fluvial de la epopeya colonizadora del Noroeste de Bolivia y de las grandes travesías de los comerciantes cruceños al Amazonas. En la comarca, se fabricaron muchos batelones en los astilleros del Puerto de Cuatro Ojos, situado en el bajo río Piraí; en Puerto Velarde, frente a la desembocadura del río Piraí con el Río Grande, y en el Puerto de Buenos Aires de la casa comercial Zeller & Villinger, ubicado en la orilla izquierda del Río Grande, paralelo a la población de Bibosi (actual Saavedra).

6. VÍAS FLUVIALES.
Dos fueron los ríos navegables de la comarca grigotana que usaron los cruceños como vías fluviales de comunicación con Beni y el noroeste del Oriente boliviano: el bajo Piraí y el Río Grande; el primero de ellos conectó con el segundo hasta el año 1929 cuando un turbión de grandes proporciones en el Río Grande arrastró considerable cantidad de sedimentos que bloquearon la desembocadura del río Piraí, desviando su cauce. Este fenómeno natural significó la inutilización del Puerto de Cuatro Ojos en el Piraí y la desaparición de Puerto Velarde en el Río Grande que estaba situado frente a la confluencia de ambos ríos. Hubo una tercera vía que, también, fue muy utilizada en el pasado, el río San Pablo en la región de Guarayos que conectaba con las poblaciones del este de Beni y con el río Iténez.

7. EL PUERTO CRUCEÑO DE CUATRO OJOS.
Fue creado por los padres jesuitas de la misión de Santa Rosa del Sara como nexo comunicacional fluvial con las reducciones jesuíticas de Moxos en la década de 1760, es decir, poco antes del extrañamiento de los padres de la Compañía de Jesús de los dominios de España. Durante más de 160 años, el Puerto de Cuatro Ojos, situado en la orilla izquierda del bajo río Piraí, fue de enorme utilidad para los cruceños; por allí circulaban las mercancías de la producción cruceña hacia Moxos, el Noroeste y la ruta del Madera - Amazonas, hasta Belem do Pará y, también por donde ingresaban otras de ultramar procedentes de esta ciudad brasileña situada en la desembocadura del río Amazonas con el Atlántico. Por el Puerto de Cuatro Ojos ingresó la mayor parte del hierro y el acero que consumió Santa Cruz en el siglo XIX y comienzos del siglo XX, el mismo que era traído en convoyes de batelones a través de la navegación por la dilatada y complicada ruta fluvial de más de 3.000 kilómetros entre la referida Belem do Pará y Cuatro Ojos.

8. EL CARRO CHIQUITANO.
Fue un importante medio de transporte terrestre de carga que utilizaron los cruceños durante varios siglos. Es una versión regional de la vieja carreta española, sin embargo, muy bien adaptada para las difíciles condiciones de los terrenos en lo que hoy conocemos como el Oriente boliviano. Se lo denominó chiquitano por las grandes travesías que realizaban a través de aquella región y porque algunos vecinos del pueblo de San José de Chiquitos, se especializaron en su construcción y reparación. La construcción artesanal de estos carros se puede considerar una verdadera obra de ingeniería, tanto por la aplicación técnica, como por la precisión matemática y el perfeccionamiento alcanzado en la elaboración de los mismos. En el caso de las grandes ruedas de madera con radios, que solían tener hasta 2 metros de diámetro; éstas estaban compuestas por diferentes secciones. Su circunferencia era formada perfectamente por seis piezas curvas, ensambladas entre sí. Una vez terminada la rueda, se le colocaba a presión, un aro de fierro previamente calentado a fuego, como protector, a modo de llanta. Encima del eje está la cama o parrilla del carro y como techo, se le implementaba un toldo de dos piezas de cuero seco de res. Generalmente eran cinco yuntas de bueyes las que jalaban el carro chiquitano, aunque a veces superaban ese número. Quien conducía el carro era el carretero, experto profesional en la materia, que conocía a la perfección, tanto el carro, como el complejo manejo de las yuntas de bueyes y sus respectivas combinaciones. Los bueyes situados en la última fila, es decir los próximos a la carreta, eran llamados tronqueros por ser los más robustos y fuertes, ya que sobre ellos recaía lo más pesado del arrastre. Los de la yunta delantera eran llamados punteros y no se necesitaba que sean tan fuertes como los antes mencionados, sino más bien que sean dóciles y acostumbrados a sus funciones, esto es, distinguir el tipo de terreno y seguir la dirección correcta para el conjunto. Los bueyes que iban a la derecha de la yunta eran denominados madrina o Jía, y novillero o Usa el de la izquierda. Para conducir y guiar a los bueyes, el carretero con sólo decir: ¡Jía! ¡Jía! o ¡Usa! ¡Usa!, éstos torcían a la derecha o a la izquierda, y cuando quería detener la marcha bastaba decir: ¡Sooo! ¡Sooo!. En el caso de requerir que las yuntas retrocedan por cualquier motivo, el carretero decía: ¡Tiza! ¡Tiza!. Estas son expresiones muy propias y antiguas del medio cruceño para tal efecto. El común de los carros chiquitanos, tenía una capacidad de carga que oscilaba entre las 100 y 120 arrobas, habiendo algunos que cargaban hasta 150 (1.700 kilogramos). En el mejor de los casos, los carros avanzaban en una jornada diaria, entre 5 y 6 leguas(17) (30 kilómetros). Lógicamente cuando el camino se encontraba anegado en ciertos trechos, y el barro y el lodo eran largos y profundos, el avance era mucho más lento, o cuando sucedían algunos imponderables. El recorrido diario normalmente se iniciaba a partir de las 4 de la tarde, cuando la fuerte radiación solar empezaba a declinar y de ese modo se aprovechaba la fresca nocturna. Cabe anotar que después de cierta cantidad de jornadas de viaje era necesario hacer una pausa de varios días para recuperar los bueyes, ello se hacía en lugares con abundante pasto y agua, independientemente de los bueyes de relevo que acompañaban la comitiva. En las pascanas diarias que hacía la caravana, fue célebre la comida principal que compartían entre todos, el famoso "locro carretero", el cual era disfrutado por propios y extraños.

El lento y pesado carro chiquitano, representó en su tiempo, el principal y más seguro medio de transporte terrestre de carga pesada, y también de mujeres y niños en los largos viajes realizados en aquel Santa Cruz del pasado. Prestó enormes servicios a favor de la economía y del progreso cruceño, así como, también, para afianzar la soberanía nacional en alejadas zonas fronterizas.

9. FRAGMENTO DE LA TIPOLOGÍA DE VIVIENDA TRADICIONAL CRUCEÑA.
Los cruceños, también, reprodujeron a lo largo y ancho del vasto territorio donde sentaron presencia, su tipología de vivienda tradicional de estructura maderera, tanto en el caso del antiguo pagüichi con techo de hojas de palmeras, como en la sencilla casa de dos aguas, con galería externa de horcones tallados de madera, simples o con figuras floridas, así como techadas con teja de barro cocido y paredes de tabique. Es así que estas tipologías arquitectónicas las podemos encontrar en lugares tan alejados como Riberalta, en el extremo norte del departamento de Beni, Reyes o Santa Rosa de Yacuma en el extremo oeste del mismo departamento; San Matías en los confines orientales de Santa Cruz o, al sur, en Lagunillas o Charagua en la región del Chaco cruceño. Así como, también, en las ex reducciones jesuíticas de Moxos y Chiquitos, remplazaron a las largas viviendas comunales existentes en el periodo misional.

10. TRADICIONES Y LEYENDAS.
Aquí una de ellas, representada por el "Mojón con Cara", una de las más conocidas de Santa Cruz de la Sierra. Los cruceños, como parte indivisible de su bagaje cultural, igualmente, llevaron consigo a las lejanas tierras donde se afincaron, todas sus tradiciones y leyendas, sus mitos, creencias, supersticiones, costumbres y todo lo que implica los componentes de su cultura material e inmaterial.

11. LA CACHA.
Es una caja de madera, de regular tamaño, antiguamente hecha de mara (Swietenia macrophylla), con tapa asegurada con bisagras, candado o cerradura, así como, con argollas en sus costados para transportarla. Fue el principal equipaje personal llevado en los batelones y carros en las grandes travesías de la epopeya colonizadora de los cruceños; en ella se guardaba ropa, dinero u otros objetos de valor.

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Notas Bibliográficas:
(14) Arroba: Peso que equivale a 11,5 kilogramos.
(15) Curichi: Sitio con agua corriente que se corta o estanca en época seca; está, en gran parte, cubierto con vegetación acuática, así como, tiene fondo lodozo; vierte sus aguas en forma de pantano y puede llegar a tener varios kilómetros cuadrados de tamaño.
(16) Leme: Pieza con mango de madera con que se maneja el timón del batelón.
(17) Legua: En Santa Cruz, medida itineraria equivalente a 5 kilómetros; a diferencia de la legua española de 5.572 metros.


Fuente. Libro: Enciclopedia de Santa Cruz. Tesoros de mi Tierra. Año: 2016. Autor: Fundación COTAS. Carlos Cirbian Barros.


Pintura: Área Integrada · Medios de Transporte durante la Epopeya Colonizadora. Autor: Carlos Cirbian Barros.

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