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Tradiciones.


Pintura: Valles Cruceños · Tradiciones. Autor: Carlos Cirbian Barros.

La región de los Valles cruceños, es una zona geográfica intermedia, situada entre las tierras altas y los llanos orientales de Bolivia. Sus poblados principales se encuentran asentados en altitudes que varían, entre los 1.308 de Pampagrande y los 2.480 metros sobre el nivel del mar de Pucará, contando con una temperatura promedio anual de 18,5 grados centígrados. Actualmente, la región de los Valles cruceños se encuentra constituida por tres provincias: Vallegrande, Florida y Manuel María Caballero y, a su vez, por once municipios: Vallegrande, Pucará, El Trigal, Moromoro y Postrervalle (provincia Vallegrande); Samaipata, Pampagrande, Quirusillas y Mairana (provincia Florida); así como, Comarapa y Saipina (provincia Manuel María Caballero). Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI, la zona se encontraba poblada por los temibles indígenas guaraníes, que habitaban, principalmente, en el curso de los ríos y en el fondo de los valles cálidos con abundante vegetación. Los quechuas que habían estado en la zona, aproximadamente, entre los años 1470 y 1520, emplazaron asentamientos humanos y fortificaciones en las áreas más altas y despejadas de la región. A comienzos del siglo XVII, después de haber sido parcialmente alejados de la región los guaraníes, años antes, por el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Don Lorenzo Suárez de Figueroa (1581 - 1595), varios de los habitantes de San Lorenzo el Real de la Frontera, entre ellos el ex gobernador, Don Gonzalo Solís de Holguín (1595 - 1597), exploran la región y deciden asentarse, junto a indígenas de servicio de tierras bajas, en algunos de sus valles; en el caso de éste, en los de Chilón y Oconi, situados en el extremo oeste del actual departamento de Santa Cruz. Asimismo, estos exploradores provenientes de la llanura, identifican y denominan otros espacios que podrían servir para futuros asentamientos de españoles como es el caso del Valle Grande. Es así que el maese de campo Don Pedro Lucio de Escalante y Mendoza, peticiona ante el virrey en Lima, la autorización para fundar una ciudad de españoles en la peligrosa y dilatada ruta, entre San Lorenzo el Real de la Frontera en los Llanos de Grigotá y las ciudades de La Plata (hoy Sucre), capital de la Audiencia de Charcas y Mizque (actual departamento de Cochabamba), sede del recién creado Obispado de Santa Cruz de la Sierra. Petición que le fue concedida mediante cédula real, el 30 de marzo del año 1612, dando cumplimiento al mandato en mayo del año siguiente con la fundación de la ciudad de Jesús y Montes Claros de los Caballeros del Valle Grande, la actual Vallegrande. Posteriormente, el mismo Escalante y Mendoza, con gente de la primigenia ciudad fundó en el año 1615 la ciudad de Nuestra Señora de Santa María de la Guardia, actual Comarapa, así como, en el año 1616, más al oeste, en un gran valle cálido, las ciudades de Saipina del Ángel Custodio y Chilón de Nuestra Señora de la Regla, y en el año 1618, al este, la ciudad del Valle de la Purificación de Nuestra Señora de la Candelaria, actual Samaipata. En la siguiente década de 1620, todos estos valles y sus respectivas poblaciones, quedaron formalmente adscritos dentro de la jurisdicción de la provincia de Santa Cruz de la Sierra, así como de su gobierno.

Desde el periodo colonial y hasta bien entrado el siglo XX, los arrieros y comerciantes de los Valles cruceños, realizaron un permanente y sostenido intercambio comercial desde los distintos pueblos de su región, hacia la capital cruceña, y a la de Cochabamba y sus poblaciones intermedias, transitando el sinuoso camino de herradura, el único existente durante más de tres siglos, en sus numerosas recuas de mulas y burritos. A la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, transportando: papas, papaliza, harina de trigo, trigo en grano pelado, manzanas, duraznos, membrillos, sal de molde, tabaco maceado, sobrepelos para monturas, ponchos de pullo, etc. Llevando de retorno: arroz pelado, azúcar blanca en terrón, empanizao, alfeñique, urucú(25) y tutumas(26), entre otros muchos productos. A Cochabamba y otras poblaciones de los valles de esa región, entre los principales productos se cuentan: charque de res, miel y cera de abeja, ají, queso y tabaco. Trayendo de retorno: tocuyo, panes de sal, vino, herramientas metálicas para las faenas del campo, etc.

En este espacio geográfico que hoy conocemos como los Valles cruceños, se va a desarrollar una particular cultura que constituye la identidad de la región, la misma que entre otras características, desde sus comienzos, sólo ha tenido al idioma castellano como su única lengua, empero, complementado con muchos vocablos de origen quechua; adherencias que se producen a partir de fines del siglo XIX con la llegada de un mayor número de migrantes desde los vecinos departamentos de Cochabamba y Chuquisaca, así como, también, se encuentran en su sustrato otros de procedencia guaraní. Son elementos que, al mismo tiempo, reflejan la composición y la riqueza del bagaje cultural de esta maravillosa región del departamento de Santa Cruz. Bagaje que se puede apreciar en todas las manifestaciones culturales tangibles e intangibles de las gentes que habitan en los Valles cruceños.

En la ilustración se ven varios de los elementos que constituyen la cultura de los Valles cruceños, es decir, sus gentes, sus tradiciones, festividades, arquitectura, creencias, música, paisaje, comida, etc., entre otros muchos que la constituyen.

NÚMEROS EN LA ILUSTRACIÓN.

1. LA CIUDAD DE VALLEGRANDE.
Es la capital de la provincia del mismo nombre y, también, la ciudad más importante del denominado Gran Vallegrande, es decir, de las tres provincias que conforman los Valles cruceños: Vallegrande, Florida y Manuel María Caballero. Fue fundada por Pedro Lucio de Escalante y Mendoza en el año 1613, poco más de un año después de ser expedida en Lima su cédula fundacional, el 30 de marzo del año 1612 por el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montes Claros; ciudad que fue designada con el nombre original de Jesús y Monte Claros de los Caballeros del Valle Grande. En la ilustración se destacan los tejados de sus casas coloniales, así como, las torres de los campanarios de la Iglesia Matriz y de la capilla del Señor de Malta; la primera, consagrada al Dulce Nombre de Jesús, fue reconstruida por los padres redentoristas, entre los años 1944 y 1950, cuando fue bendecida y estrenada, habiendo sido hecha completamente de piedra. Al fondo, la incomparable belleza escénica del marco natural de los Valles cruceños con sus fértiles campos cultivados y las imponentes serranías circundantes.

2. NIÑA DEL CAMPO CON SU TRADICIONAL CHULO.
(Sombrero de paño de los Valles cruceños) Si bien la gente de la región de los Valles cruceños, se caracteriza por su carácter hospitalario y respetuoso, también, lo hace por su profundo apego a sus tradiciones y costumbres. Ello se ve reflejado en la vestimenta de sus habitantes, en su música, en su gastronomía y en su forma de hablar, que viene a ser un castellano antiguo, con varias voces quechuas y, también, guaraníes; lenguaje muy singular que identifica plenamente a la gente de los Valles cruceños.

3. TATA MALTA.
Imagen del Señor de Malta, el Cristo negro, la más querida y venerada de toda la provincia Vallegrande; llamado popularmente el Tata Malta. No se tiene la fecha exacta de la llegada de la imagen a la ciudad, sin embargo, algunos investigadores de la historia regional afirman que fue en los años de la Guerra de la Independencia, es decir, entre los años 1810 y 1825. Lo cierto es que en el año 1837 ya tenía su primera capilla, y que en el año 1928 fue totalmente reconstruida; siendo bendecida por el Obispo coadjutor de la Diócesis de Santa Cruz de la Sierra, Monseñor Daniel Rivero y Rivero, la misma donde actualmente se encuentra y que se distingue a la distancia por la característica torre blanca de su campanario. La fiesta del Señor de Malta es movible y está ubicada en el calendario el día jueves llamado de "compadres", esto es el jueves de la Septuagésima.

4. CARNAVAL DE VALLEGRANDE.
Representado por el jinete de antifaz y capa, siempre presente en las entradas de los carnavales de los Valles cruceños. Esta fiesta del calendario anual, seguramente es la festividad popular más importante de la región; sus tres días de festejos alargados a toda la semana, son el punto de encuentro, tanto de la gente del lugar, como de los muchos visitantes que llegan de distintos sitios del país. Durante la fiesta, las comparsas, los grupos musicales y todos los participantes, hacen el recorrido por las calles de las poblaciones saltando y bailando, así como, visitando muchas casas en las que son recibidos amablemente con abundante y variadas comidas tradicionales, y con grandes cantidades de chicha y con los típicos licores de frutas. Las "visitas" se realizan durante los días de carnaval, y el miércoles de ceniza el festejo se traslada a las huertas, chacras y potreros donde se disfruta de la muy tradicional ambrosía, además, de la cosecha de suculentas frutas propias de la región.

5. LA AMBROSÍA.
Es una de las costumbres más tradicionales de los Valles cruceños, muy frecuente en los días de carnaval. Se realiza muy temprano, antes de la salida del sol o junto con ella, para ordeñar las vacas y extraer la leche calientita, agregarle un chorrito de singani y canela en polvo, y degustar la famosa ambrosía.

6. LA TOJPINA.
Es el conjunto musical tradicional de la gente de las tres provincias que configuran los Valles cruceños; resultando su presencia imprescindible en todas las celebraciones y festividades de la región. La tojpina de antaño estaba constituida con charango vallegrandino, guitarra, mandolina y violín. En el presente caso, es decir, la que vemos en la ilustración, es una tojpina contemporánea a la que se le han agregado otros instrumentos musicales, cuya composición es la siguiente: charango vallegrandino, acordeón, mandolina, guitarra, guitarrón o bajo y trompeta. Con la tradicional tojpina se interpretan todas las melodías del acervo musical de la región de los Valles cruceños.

7. MÚSICAS Y DANZAS DE LOS VALLES CRUCEÑOS.
Son varios los ritmos musicales representativos de la región; encontrándose entre los más emblemáticos: carnavales, carnavalitos, kaluyos, viditas, tonadas o airecitos, pasacalles, coplas y contrapunteos, los mismos que forman el patrimonio intangible de la identidad de los Valles cruceños. El ritmo de carnaval de los Valles cruceños, es una expresión musical con aire y ritmo muy propios de la región, el mismo que tiene entre sus principales referentes a las conocidas canciones de "La Ovejerita" y "He Bajado al Valle"; su compás es 3/4. El carnavalito que, también, es originado en la región, es de ritmo mucho más ligero que el anterior. El kaluyo, si bien es una melodía compartida con otras regiones vallunas de Bolivia, el de los Valles cruceños, tiene sus propias características, siendo un tanto más lento y melancólico que el de otros lugares; es de compás 6/8. La tonada o airecito es otra de las músicas tradicionales que son oriundas de los Valles cruceños; la misma que constituye una melodía cadenciosa en tono mayor y en compás 2/4; sus características melódicas, de texto e interpretación, son similares a la vidita. La vidita es un ritmo moderado en 6/8 a la manera de un carnaval lento. Una de sus características son las coplas o contrapunteo; siendo de temática picaresca y burlona, donde abunda el lenguaje típico de la región. El pasacalle es una melodía que fue muy utilizada para ir de un sitio a otro durante las fiestas de carnaval; su movimiento ágil permite a los carnavaleros transitar por las calles de las poblaciones de los Valles cruceños sin perder el ritmo de la farándula carnestolenda.

8. CALLE TÍPICA DE UN PUEBLO DE LOS VALLES CRUCEÑOS.
Las características topográficas de la región, así como, los materiales disponibles para la construcción son algunos de los elementos que contribuyen a delinear la personalidad de las diversas poblaciones de los Valles cruceños. Las calles angostas y empinadas, con la calzada empedrada y sus típicas viviendas de arquitectura colonial, muchas de ellas de dos plantas con pintorescos balcones de madera, igualmente, representan la identidad de los Valles cruceños. En la ilustración vemos una de las tantas calles existentes en los diversos pueblos de la región con el tránsito de un tradicional burrito transportador de leña.

9. TAMALES CURTIDOS.
Es uno de los bocadillos de merienda vespertina más representativos de los Valles cruceños. Se hace de maíz duro, pelado con lejía y convertido en harina gruesa; a la masa se le agrega carne molida de chancho, urucú y condimentos, y luego se envuelve en dos chalas de maíz formando bolas de a dos en dos y se cuece en agua.

10. CHAMAS.
Es uno de los horneados más típicos y emblemáticos de la región de los Valles cruceños. Se elabora con harina gruesa de trigo, y algunas veces con queso. Asimismo, dentro de los panecillos tradicionales, también, no son menos importantes los molletes, empanadas con conservas, las chimas de maíz y varios otros igualmente deliciosos.

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Notas Bibliográficas:
(25) Urucú (Bixa orellana): Fruto del arbolito de la familia Bixaceae, originario de Sudamérica. El fruto cápsula, encierra pequeñas y numerosas semillas ricas en colorante rojo, muy usado en las comidas. En los Valles cruceños el urucú, también, es conocido como achiote.
(26) Tutuma (Crescentia cujete): Es el fruto del tutumo, árbol de la familia Bignonaceae. Es una calabaza más o menos esférica; la cual se parte por la mitad y se vacía la pulpa, quedando con la cáscara dos valiosos recipientes cóncavos para múltiples usos.


Fuente. Libro: Enciclopedia de Santa Cruz. Tesoros de mi Tierra. Año: 2016. Autor: Fundación COTAS. Carlos Cirbian Barros.


Pintura: Valles Cruceños · Tradiciones. Autor: Carlos Cirbian Barros.

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