Departamento

Departamento

» Contenidos.
» Gran Chiquitania y Guarayos.


Gran Chiquitania, los Chiquitanos y las ex Misiones Jesuíticas de Chiquitos.


Pintura: Gran Chiquitania y Guarayos · Gran Chiquitania, los Chiquitanos y las ex Misiones Jesuíticas de Chiquitos. Autor: Carlos Cirbian Barros.

La región de la Gran Chiquitania del departamento de Santa Cruz se extiende desde el Río Grande o Guapay por el oeste, hasta tocar con la frontera con Brasil por el este, y desde los límites con el departamento de Beni por el norte, hasta los límites con la provincia Cordillera y la frontera con Paraguay por el sur.

Los extensos territorios de la actual Chiquitania estaban poblados, en tiempos precolombinos, por numerosos grupos étnicos pertenecientes a diversas familias lingüísticas. Las principales eran las chiquito, arawak, chapacura, zamuca, otuqui y tupí - guaraní. Las etnias agrupadas bajo el denominativo común de "chiquitos"(34) constituían el grupo etnolingüístico más importante de la región chiquitana, tanto por su importancia demográfica, como por el prestigio bélico alcanzado ante las demás etnias de la región.

La primera etapa de la conquista en Chiquitos se inició en el año 1537 con las sucesivas entradas de los españoles desde Asunción. Estas expediciones desembocaron en el año 1561 con la fundación de Santa Cruz de la Sierra, en las cercanías del actual San José de Chiquitos. Sin embargo, con el traslado de la ciudad en el año 1604 a la comarca grigotana, en Chiquitos no iban a haber poblaciones españolas estables hasta el año 1691 cuando el padre José de Arce funda la misión de San Javier, en jurisdicción, tanto de la Gobernación, como del Obispado de Santa Cruz de la Sierra que había sido creado en el año 1605. A partir de ahí se inicia un importante periodo histórico (1691 - 1767) de más de 70 años, en el cual se van a desarrollar, en diez pueblos, las misiones jesuíticas de Chiquitos: San Javier (1691), San Rafael (1695), San José (1698), San Juan Bautista (1799), Concepción (1706), San Miguel (1721), San Ignacio (1748), Santa Ana (1755), Santiago (1754) y Santo Corazón (1760). Durante este periodo, las misiones de Chiquitos, levantadas entre indígenas y jesuitas alcanzaron un significativo y espectacular desarrollo social, urbano, arquitectónico y artístico apoyado económicamente en la producción agrícola de alimentos y textiles, la ganadería de sus estancias y la recolección de miel y cera. El sistema económico estaba basado en la propiedad y producción privada y colectiva, es decir: el abambaé, la parcela de terreno para los cultivos particulares de cada familia, y el tupambaé, con terrenos mucho más extensos, para beneficio del común de la población, los mismos que eran trabajados en determinados días de la semana. Después del extrañamiento de los padres jesuitas el sistema reduccional se mantuvo por espacio de más de 80 años, sin embargo, bajo la administración, en lo religioso de sacerdotes del clero diocesano, y en lo temporal de funcionarios públicos civiles. Alrededor del año 1850, se dispuso la abolición del sistema reduccional, lo que posibilitó el ingreso a las ex misiones de muchos hacendados mestizos cruceños atraídos por los estupendos campos naturales para la crianza de ganado bovino. Es así que muchos chiquitanos pasaron a ser trabajadores en las estancias ganaderas y establecimientos agropecuarios.

La forma tradicional de autoridad comunal de los chiquitanos es el cabildo indígena, el mismo que está conformado por un cacique y cinco consejeros, siendo elegidos por la comunidad por un lapso de 3 a 5 años. El cabildo cumple funciones administrativas y jurídicas, entre las primeras, podemos citar la organización de trabajos públicos y, entre las segundas, la de mediar y conciliar en conflictos surgidos entre personas o familias de la comunidad, así como, sancionar delitos menores.

En las comunidades indígenas chiquitanas la posesión de la tierra es comunal. Las familias tienen el derecho de usufructo y no de propiedad de la tierra, ya que prima el concepto colectivo del territorio comunal o intercomunal. El sistema productivo está principalmente orientado hacia el autoconsumo. La principal actividad económica es la agricultura de corte y quema o migratoria en los bosques; siendo los principales cultivos: el arroz, maíz, yuca, plátano y el maní. La agricultura es complementada por la ganadería en pequeña escala y la crianza de animales menores. Son, además, de importancia la caza, pesca y la recolección de miel y productos vegetales silvestres. La elaboración de trabajos textiles y artesanales son otras de las actividades complementarias que se efectúan en la región. Asimismo, un importante número de chiquitanos realiza trabajos como jornaleros en actividades agropecuarias y forestales.

Los chiquitanos han hecho del catolicismo de origen jesuítico parte de su identidad. Pero independientemente de la fuerte influencia católica, mantienen creencias que provienen de la cosmovisión de los grupos étnicos locales que dieron origen a la actual cultura chiquitana. Los chiquitanos mantienen sus concepciones ancestrales autóctonas en lo que respecta a la relación entre el ser humano y la naturaleza. Los espíritus o amos de la naturaleza juegan un papel importante en la visión del mundo de los chiquitanos y en su relación con el entorno natural. Estos espíritus denominados jichis y en idioma chiquitano nixhixh, son espíritus protectores que cuidan de la flora, la fauna y las diferentes esferas de la naturaleza, como ser los ríos, bosques, serranías, etc. Es así que el amo o jichi del agua, que tiene la forma de una gran serpiente, es Nixhixh tuxi; el de los animales, Auxhiriunxi; del bosque, Nixhixh niunx; del cerro, Nixhixh yirituxi; y el de la pampa, Nixhixh yhoense. Asimismo, los chiquitanos son grandes conocedores de la medicina natural y recurren a ésta en casos de enfermedad, o al chamán si el caso es grave. El chamanismo que juega un rol importante entre los chiquitanos, tiene a Cheeserusch como el chamán bueno, el que ayuda a las personas, y a Oboisch que es el practicante de la magia maligna. Cheeserusch, igualmente, usa sus capacidades para hacer llover, atraer cacería, etc.; actividades que realiza siempre con la ayuda de los seres de la naturaleza.

El idioma chiquitano o besiro, es hablado en distintas zonas de la Gran Chiquitania, con mayor o menor grado de variaciones y particularidades en cada una de ellas. Es en la zona del Lomerío, provincia Ñuflo de Chávez, donde el uso del besiro es más generalizado.

Los chiquitanos conforman el pueblo indígena más numeroso de las tierras bajas de Bolivia, con una población aproximada de 80.000 personas. La gran mayoría de los chiquitanos son campesinos indígenas que habitan alrededor de 400 comunidades y las poblaciones mayores de las provincias Ñuflo de Chaves, Velasco, Chiquitos, Ángel Sandoval y Germán Busch del departamento de Santa Cruz. La principal organización del pueblo chiquitano es la OICH (Organización Indígena Chiquitana), la misma que aglutina a 12 centrales u organizaciones del pueblo chiquitano.

En el año 1991, las ex misiones jesuíticas de Chiquitos fueron declaradas por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

NÚMEROS EN LA ILUSTRACIÓN.

1. EL CONJUNTO ARQUITECTÓNICO Y RELIGIOSO DE UNA EX MISIÓN JESUÍTICA DE CHIQUITOS.
La planta urbana de las misiones chiquitanas, presentaba gran similitud en todos los casos. Una gran plaza de forma cuadrilonga, constituía el centro del pueblo. Frente a ella, se levantaba la iglesia, que dominaba el conjunto por sus dimensiones y su significación. Los templos fueron y son verdaderos monumentos arquitectónicos por sus fachadas ornamentadas, sus pórticos, estructura, capacidad y la riqueza artística de su interior. Adosado a la iglesia, y también frente a la plaza, se extendía una edificación con un gran patio, conocida como colegio; que era en realidad la residencia de los padres misioneros; y también, depósito y talleres de diferentes actividades. Hacia el otro lateral de la iglesia, se hallaba el cementerio, cercado y vinculado al templo. En los restantes lados de la plaza se ubicaban las viviendas de los indígenas, en casas alargadas, con corredores techados al frente y separación interior para cada familia. Este singular conjunto, que evoca en cierta medida a las antiguas malocas nativas, no estaba agrupado en manzanas como en las ciudades hispanoamericanas, sino en hileras de casas cuyo agrupamiento en zonas o cuarteles difería según los casos. Tras la casa de los padres, existía una huerta con diversos árboles frutales y plantas medicinales; así como, un poco más allá del extremo del pueblo, estaban los corrales para los animales de trabajo y de consumo. Los pueblos fueron ubicados en zonas altas y sanas, con abastecimiento de agua estable, natural y/o artificial con grandes embalses o atajados. Cabe añadir que a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada de un mayor número de mestizos cruceños provenientes de la comarca grigotana, el tejido urbano de las ex reducciones de Chiquitos pasó de estar compuesto por las casas comunitarias alargadas a ser formado por manzanas, es decir, en diseño de damero.

2. HOMBRE CHIQUITANO.
El jefe de familia, quien desarrolla la mayor parte de las faenas agrícolas para el sustento familiar, así como, quien efectúa la cacería y, en muchos casos, el trabajo asalariado fuera de la comunidad.

3. MUJER CHIQUITANA.
En la cultura chiquitana, tradicionalmente, es quien está a cargo de las tareas domésticas del hogar: la preparación de los alimentos, el cuidado de los niños, así como, el lavado de la ropa y el traer agua desde el paúro(35). Sin embargo, contribuye y participa, también, en varias otras labores complementarias y productivas para la familia.

4. ANGELITO CHIQUITANO.
Es una pieza de cerámica de alrededor del año 1750, hecha en el taller del padre Martín Schmid; mide 16,5 x 29 centímetros, y forma parte del altar de María en la iglesia de San Javier, provincia Ñuflo de Chávez. Actualmente, son muy conocidos, incluso fuera de nuestras fronteras, los angelitos chiquitanos, tallados en madera, de los talleres de San Miguel de Velasco.

5. EL SARAO O BAILE DE LAS CINTAS.
Danza de la tradición española que fue introducida por los padres jesuitas como parte sustancial de las festividades religiosas en las misiones chiquitanas. Este baile consiste en el trenzado de las cintas, que van formando figuras sobre un palo labrado; en cuya parte superior se encuentra tallada una máscara que, generalmente, es la del Abuelo. Las cintas sujetas de la parte superior del poste, se extienden hacia las bailarinas que participan del trenzado.

6. YARITUSES.
Es una de las danzas y/o expresiones culturales más notables del pueblo chiquitano. Los danzantes yarituses, junto con los Abuelos o Iñumas(36), participan en las procesiones de los santos patronos San Pedro y San Pablo que se realizan los días 29 y 30 de junio en el pueblo de San Javier de la provincia Ñuflo de Chávez. Se caracterizan por su máscara de tela con dos pequeñas aberturas a la altura de los ojos, así como, la nariz y los labios hechos de cartón y forrados con tela, además, de un vistoso tocado de plumas de piyo o ñandú (Rhea americana), adornado en su base frontal con una franja de plumaje llamativo de paraba (Ara spp.). Asimismo, portan un bastón hecho de un bejuco conocido como "palito de San Pedro" y con una muñequita de tela y unas cintas de colores que adornan su parte superior. Bajo las rodillas llevan amarrados cascabeles, tradicionalmente, hechos con paichachises(37). Los yarituses, al son de la música, preceden la procesión avanzando en dos filas y, entre éstas, evolucionan los Abuelos, realizando entre todos los danzantes una serie de figuras coreográficas que forman parte de un interesante y sofisticado ritual. Generalmente, suelen participar en esta fiesta, alrededor de un centenar de yarituses, y no más de una docena de Abuelos. Algunos investigadores, vinculan este ritual con la antigua devoción de los chiquitanos hacia el Nupayares o Piyo Sagrado, quien se constituía en el benefactor que determinaba los periodos agrícolas y las temporadas de caza y pesca. La deidad era asociada con el espacio cósmico y los chamanes interpretaban sus mensajes a través de su propia constelación, es decir, la Constelación del Piyo.

7. MÚSICA E INSTRUMENTOS MUSICALES.
El descubrimiento en la década de 1970, de una gran cantidad de partituras de música barroca y renacentista americana que los indígenas habían conservado en varios pueblos de Chiquitos nos revela el nivel de desarrollo alcanzado en esta disciplina de las Bellas Artes en la región chiquitana durante el siglo XVIII. Igualmente, la fabricación de distintos instrumentos musicales que son utilizados para la interpretación de las diversas melodías del rico y amplio acervo musical chiquitano, entre ellas la popular chobena, es otro relevante legado del periodo misional jesuítico en el que tuvo gran responsabilidad el misionero suizo P. Martín Schmid.

8. SOLFAS.
Con ese nombre se conoce al reducido grupo musical litúrgico chiquitano, compuesto con sólo tres ejecutantes de igual número de instrumentos musicales: flauta traversa (buxhixi), violín y caja o tambora (taboxioma), que interpreta la tradicional música sacra de Chiquitos. Durante mucho tiempo, los maestros solfas fueron los únicos herederos y portadores de esta tradición musical chiquitana. En el presente, si bien los tradicionales solfas aún perviven, son varios los grandes grupos orquestales y corales que se han creado en las poblaciones de las ex reducciones jesuitas que interpretan música sacra renacentista y barroca americana.

9. MÁSCARAS DE LOS ABUELOS.
El ritual de los Abuelos, es una de las más pintorescas e interesantes expresiones nativas en las festividades patronales de gran parte de las ex reducciones jesuíticas de Chiquitos: San José, San Miguel, San Rafael, Santiago y Santo Corazón; sin embargo, es en San José y Santiago, donde tiene mayor presencia. La esencia de este personaje, se remonta a los primeros tiempos de la evangelización jesuítica en la región; ya que representaba al mapono o chamán chiquitano que ante su resistencia a la conversión al cristianismo, era invitado por el misionero a participar de la festividad religiosa dentro del templo católico. En el presente, los Abuelos son personajes que rememoran a los antepasados terrenales y espirituales en un rol jocoso y travieso. El grupo de Abuelos es integrado por los miembros del cabildo indígena, que son además, los encargados de conservar la tradición de ritos, de la música y de transmitir la herencia cultural del pueblo. En la ilustración, la máscara del medio es de antes del año 1970, tallada en madera de toco (Enterolobium cantortisiliquum) y proviene de Santiago de Chiquitos; las de los costados, son contemporáneas, hechas con madera de toborochi (Chorisia speciosa) y provienen de San José de Chiquitos.

10. VASOS SAGRADOS DE LOS TEMPLOS CHIQUITANOS.
Si bien la mayoría de los objetos necesarios para administrar los sacramentos tenían que ser importados, sobre todo en el periodo de las misiones, posteriormente, se evidencia el fino trabajo de artistas orfebres y oficiales plateros en los pueblos de Chiquitos. Muchos de los ornamentos litúrgicos, cruces, anillos, empuñaduras de bastones y otros objetos de oro, plata y cobre, post jesuíticos, fueron fabricados por los hábiles artistas indígenas locales. En la Chiquitania, prácticamente, todas las iglesias de las ex reducciones conservan y atesoran algunas o varias joyas de culto de su pasado misional; ello más que nada, gracias al celo reverente de los indígenas chiquitanos por su patrimonio simbólico y religioso. Entre esas preciosas y significativas joyas, se encuentran varios vasos sagrados como el Cáliz y la Custodia u Ostensorio que vemos en la ilustración que, sin embargo, en la mayoría de los casos, son obras de artistas orfebres de la región andina de Perú.

11. TEJEDORA.
Antes de la llegada de los jesuitas, los indígenas tejían sobre varas fijadas en el suelo. Los padres les enseñaron a tejer con telares; tecnología que está en uso hasta el presente, casi sin variación. Las telas de algodón, eran el artículo de exportación más importante en la época de los jesuitas y aún varias décadas después. En la actualidad en la mayor parte de los municipios de la Gran Chiquitania, se elaboran hamacas, bolsones, cubrecamas, manteles bordados y varios otros tejidos de algodón.

12. CAMPANA DE IGLESIA CHIQUITANA.
Las campanas de los templos de las ex reducciones de Chiquitos, son de producción local, en muchos casos, fabricadas posteriormente a la expulsión de los jesuitas. El pueblo de San Miguel tuvo uno de los principales talleres de fundición de campanas de Chiquitos. La que vemos en la ilustración, fundida en el año 1799, pertenece al templo de la ex reducción jesuítica de Santo Corazón, situada en la actual provincia Ángel Sandoval.

13. BARGUEÑO.
Muchos muebles como el bargueño se fabricaron en los distintos talleres de carpintería existentes en las ex reducciones jesuíticas de Chiquitos, especialmente durante el siglo XVIII. Generalmente, estos finos y elegantes trabajos especializados, adornados con trabajos de taracea, tanto en nácar, como en otros materiales naturales, eran producidos para ser exportados, principalmente, a las ciudades de La Plata (hoy Sucre) y Potosí. Los artistas nativos de la región chiquitana, alcanzaron un considerable nivel de desarrollo en diversas especialidades manuales de alta calidad.

_____
Notas Bibliográficas:
(34) Chiquito: Fue el nombre genérico dado por los primeros exploradores españoles al grupo etnolingüístico más importante de la región. Este nombre llegó, también, a designar la región entera. El nombre se origina en una de las características que tenían sus viviendas. El padre jesuita P. Burgés decía al respecto: "sus cabañas son de paja, hechas a manera de hornos; su puerta es tan pequeña y baja que no se puede entrar por ella sino arrastrándose sobre el suelo; y por eso los españoles los han llamado chiquitos. Dicen que sus puertas las hacen tan bajas para librarse de los mosquitos, que los incomodan mucho en el tiempo de lluvias".
(35) Paúro: Es una simple excavación circular o cuadrada, hecha en el suelo, para que sirva de manantial para uso humano, lógicamente en lugares con aguas subterráneas poco profundas. Tiene, generalmente, entre 3 y 4 metros de diámetro, y una profundidad de hasta 4 metros. Al paúro, casi siempre se le coloca un cerco rústico para evitar el ingreso de los animales.
(36) Abuelo o Iñumas: En esta danza ritual los Abuelos llevan máscaras de cuero de animales silvestres como: taitetú (Tayassu tajacu), hurina (Mazama gouazoubira), guaso (Mazama americana) y zorro (Cerdocyon thous); utilizándose, también caparazones de tatú (Dasypus novemcinctus) y peji (Euphractus sexcinctus). Asimismo, llevan en sus espaldas un panacú cargado con pequeños animales silvestres asados o partes de otros más grandes; además horneados como pan de arroz, roscas y bizcochos, y en ocasiones un tari con chicha.
(37) Paichachí: Sonajero formado por manojos de frutas secas de paichachí (Thebetia neerifolia) que usan los indígenas chiquitanos amarrados bajos sus rodillas, como cascabeles, con los que se lleva el compás.


Fuente. Libro: Enciclopedia de Santa Cruz. Tesoros de mi Tierra. Año: 2016. Autor: Fundación COTAS. Carlos Cirbian Barros.


Pintura: Gran Chiquitania y Guarayos · Gran Chiquitania, los Chiquitanos y las ex Misiones Jesuíticas de Chiquitos. Autor: Carlos Cirbian Barros.

Ellos nos apoyan


Especial: Papa Francisco