Desarrollo

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» Urbanismo.


3) Trazado Concéntrico Regular y Abierto.


El fracaso evidente de buena parte de la normatividad organizada alrededor del Plano Regulador de 1972, obliga al Comité de Obras Públicas, luego Corporación de Desarrollo, y a la Oficina Técnica del Consejo del Plan Regulador, a modificar el trazado regular y cerrado y las normas de construcción propiciadoras de tipologías y lenguaje arquitectónico moderno.

El proceso de modificación estructural se inicia en 1978 con el Plan Director Ampliado y culmina -precariamente- con el Proyecto del Centro Histórico y el Código de Urbanismo y Obras de 1991. Los resultados oficiales aseguran una mayor libertad en el proceso de expansión urbana, controlan mejor la estructuración física en las diferentes zonas urbanas y protegen al Centro Histórico de un deterioro mayor. Este nuevo modelo de diseño urbano se consolida definitivamente con la aprobación del Plan Director 1995.

El diseño urbano abierto que se aplica desde 1978, al reconocer a la ciudad como resultado de sus propios mecanismos promotores de la expansión física, permite intervenir legítimamente con otras alternativas, más allá del modelo urbano estandarizado en unidades vecinales con manzanos rectangulares y avenidas radiales. Lentamente, y en buena medida presionados por la fuerza de los todavía vigentes asentamiento ilegales y el influyente mercado inmobiliario, la Oficina Técnica del Plan Regulador se ha visto obligada a reconocer nuevos asentamientos de tipo cuadrícula (Villa 1ero. de Mayo) y urbanizaciones cerradas de diseño orgánico.

Las modificaciones al Reglamento de Zonificación, no satisfacen los cuestionamientos serios al respecto de las limitaciones definidas para índices de ocupación y aprovechamiento, retiros, volumetrías, ancho y área mínima de lotes y uso de suelo. Las ideas higienistas tardías del Movimiento Moderno y una actitud negligente al respecto de las fuerzas económicas de la sociedad, motivan definiciones limitantes que al final terminan siendo superadas por el mecanismo de la corrupción. Como consecuencia, en forma solapada pero constante, las limitaciones del Reglamento se ven seriamente afectadas durante los años 80, hasta el punto que las normas se convirtieron en un instrumento arbitrario que pocos conocían y todos temían.

La caótica situación planteada cambia radicalmente, primero con el Reglamento del Centro Histórico y el Código de Urbanismo y Obras. De manera muy objetiva, y con propuestas volumétricas sensibles y coherentes, el Reglamento del Centro Histórico clasifica los niveles de preservación de los edificios históricos y replantea las condiciones de volumetría y morfología para las nuevas obras en el área central.

Complementariamente, y muy a pesar de las generalidades iniciales, el Código de Urbanismo y Obras pone en blanco y negro aquello que se había convertido en un verdadero mecanismo de extorsión. Por primera vez en una década, las reglas de juego en la construcción de la ciudad, aparecen razonablemente claras. Las modificaciones posteriores al Código, especialmente en lo referente a las urbanizaciones cerradas y cotas máximas de nuevas edificaciones, son parte de un proceso contínuo de adaptación reglamentaria a la dinámica urbana.

Aunque la realidad y el pragmatismo parecen haber superado al idealismo inicial, la riqueza y el caos -inevitable- del nuevo trazado urbano no deja de preocupar ante la ya advertida tendencia a dejar la ciudad a merced del mercado inmobiliario. De hecho, el tiempo del planificador urbano capaz de anticiparse a los hechos, ha sido superado por una dinámica cultural, que se niega a ser controlada a priori.

Los urbanistas, se ven, de pronto, obligados a reaccionar, quedando su capacidad pro-activa profundamente limitada. Esta nueva e inobjetable realidad, permite constatar una vez más que las ciudades vivas como Santa Cruz actúan libremente, porque su dimensión y su complejidad no pueden limitarse a una idea rectora única y dominante. De hecho, los que dominan el diseño urbano cruceño, son la flexibilidad, las superposiciones y los conflictos, en una manifestación contundente de su extraordinaria vitalidad social, económica y cultural.


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Victor Hugo Limpias Ortiz.


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