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» Antropología.


Ayoréode.


Etnohistoria.

Según la memoria colectiva ayorea su hábitat original es el Chaco, que comprende el sur del Chaco boliviano y norte del paraguayo. Debido a ciertas circunstancias, el despoblamiento de regiones enteras durante la existencia de Santa Cruz de la Sierra la Vieja y la reducción de una población dispersa en pocos centros iniciados por los jesuitas, abrió espacios que poco a poco fueron ocupados por los ayoréode. Los jesuitas lograron reducir una parte de este grupo y fundar con ellos una reducción en 1723 que pocos años más tarde (1745) tuvo que ser abandonada.

Los actuales ayoréode se deben haber formado de grupos que nunca fueron alcanzados por los jesuitas y otros que volvieron a la selva después de la expulsión. La Guerra del Chaco, que se desarrolló en pleno territorio ayoreo, y la presencia de prospectores de petróleo han originado grandes desplazamientos de los grupos locales ayoréode y causado guerras internas así como con grupos vecinos. El resultado ha sido nuevas migraciones hacia el norte, hasta que en 1948 empiezan a integrarse con el resto de la población boliviana.

Economía.

Tradicionalmente son cazadores y recolectores, con una agricultura suplementaria. En época de lluvias sembraban frijol, sandía, zapallo, joco y maíz. Cazaban principalmente chanchos silvestres, tortugas y oso bandera. La recolección de miel tenía gran importancia. La mujer se encargaba de la recolección, que significaba el sustento principal durante las largas caminatas en tiempo seco. El centro de la memoria histórica común son tres salinas cercanas a la frontera paraguaya donde se aprovisionaban anualmente de sal.

Actualmente practican la agricultura y la cría de pequeños animales, pero la mayoría no ha abandonado su economía errante: la búsqueda de sustento donde se presenta. Prefieren el trabajo en grupo y por contrato al jornalero.

Organización social y política.

Están divididos en 50 grupos locales, cada uno con su territorio extenso y propio. La tribu carecía de una organización común. Sólo con fines bélicos alguna vez formaron temporalmente confederaciones bajo un liderazgo común. Los jefes de cada grupo tenían poder de decisión sólo en caso de guerra o peligro; en tiempos de paz su palabra valía, pero no era decisiva. Las decisiones eran tomadas por consenso.

La tribu estaba dividida en siete clanes exógamos. La organización de colaboración económica más grande era el jogasui -la familia extensa- que compartía una casa o fogón común. Hubo muchas formas que regulaban la distribución de los bienes dentro del grupo para garantizar el sustento para todos. El rol de la mujer es importante y reconocido; se refleja entre otras cosas, en que ella toma la iniciativa en el cortejo.

La falta de una organización fuerte dificulta en la actualidad la cooperación interna y la representación comunal y a nivel del grupo. Las reglas de distribución funcionan todavía, pero decaen progresivamente a favor de una economía individual.

Cosmovisión.

Para los ayoréode todos los seres existentes tienen alma y fueron protagonistas de la formación del mundo y de sus reglas de convivencia. Al igual que los humanos, la naturaleza está dividida en siete clanes, y cada ayoreo se siente pariente de los miembros de su clan correspondiente en la naturaleza. Todos los seres de la naturaleza poseen, al igual que el hombre, poder y voluntad, y se deben respetar las reglas convenidas entre ambos principios. La fiesta más importante era la del cuyabo asojna, que se celebraba cuando cantaba por primera vez esta ave después de su hibernación. La fiesta marcaba la transición del tiempo seco al de lluvias.

Conocían pocas enfermedades, que se curaban con fórmulas sugestivas o por medio del chamán. Muchas manifestaciones culturales fueron abandonadas por imposiciones de fundamentalistas norteamericanos. La mayor parte de este grupo ha abandonado la religión fundamentalista y se encuentra en un vacío ideológico muy sentido que causa problemas en la cohesión grupal.

Situación actual.

Los ayoréode viven dispersos en casi toda la Chiquitanía, en lugares que han sido misiones o en otros fundados por ellos. La atención directa misionera terminó en los años 70. Alrededor de 200 viven con permanencia en barrios marginales de Santa Cruz de la Sierra.

Tradicionalmente tienen pocos hijos. Esto y la alta mortalidad infantil impiden su crecimiento demográfico. Al ser cazadores-recolectores no planifican a largo plazo, lo que hace que la mayoría tenga un pensamiento inmediatista referente a la búsqueda del sustento familiar, lo que implica cambio frecuente de lugares de trabajo y de residencia con toda la familia. El estado de salud es lamentable, y la atención médica y la compra de medicamentos consumen la mayor parte de sus magros ingresos. Por otra parte, esta vida errante impide la educación regular de los niños.

A pesar de la pérdida de muchas manifestaciones culturales, este grupo mantiene su lengua y una fuerte identidad cultural, y la sociedad ayorea muestra pocos signos de disolución.


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Bernardo Fischermann.


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