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San Matías.


Mapa:
Nombre: San Matías. / Categoría: Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado. / Acción: Creación, 1997. / Instrumento Legal: Decreto Supremo Nro. 24734. / Área: 2.918.500 hectáreas. / Jurisdicción: Provincias Ángel Sandóval, Germán Busch, José Miguel de Velasco y Chiquitos. Municipios de Roboré, Puerto Suárez, Puerto Quijarro, San Matías, El Carmen Rivero Torres, San José de Chiquitos y San Rafael.

Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.

Área Natural de Manejo Integrado.

El Pantanal es el reino de las aguas, y el Área Natural de Manejo Integrado San Matías se erige como el más bello paraje de este excelso humedal: es su capital.

Representativo del Pantanal ligero, el menos profundo, el que se deja flanquear por montañas y se encierra en lagunas, el que se sube a las alturas en bosques, sabanas arboladas, campos abiertos y cerrados, San Matías conforma junto con su área protegida hermana y vecina, el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Otuquis, un conjunto de casi ininterrumpida y permanente continuidad geográfica entre las partes más someras y las partes más profundas del Pantanal.

El reino de las aguas se compone de un notable cuanto bello e inexplorado sistema de lagunas que funcionan como desahogos y desagotes del río Paraguay que las observa, las bordea, las roza, casi las toca, les pasa a prudente distancia haciéndoles gambetas en una eterna ronda amorosa. El río Paraguay, indiscutible galán de la zona, coquetea con Uberaba, flirtea con La Gaiba, regatea con Mandioré, hace alardes de dulzura con Consuelo, se extrema en evasivas con la Mirim, y derrama su promiscuidad en otras lagunas menores a la vez que se mezcla, revuelve y revuelca con el humedal más grande del mundo, el Pantanal, naciente del mismo lado que nace el sol.

Las lagunas, en respuesta a los galanteos del por ahí aún joven río, se desplazan y expanden, se estrechan y contraen, se llenan y vacían, dibujan sus contornos, moldean sus figuras, adquieren sus formas, aumentan u ocultan alternadamente el brillo de sus piedras preciosas en un juego de escarceos y requiebros con el río, el pantano, y con las boscosas montañas que las miran todo el tiempo de frente y de costado, enamoradas de los reflejos de sus limpias aguas.

Las montañas que avecindan a las lagunas se entrelazan enraizadas en las pequeñas cadenas del macizo precámbrico chiquitano de las que son parte y que, como la serreta de Vertientes, llegan a besar sus orillas, a extenderse en playas de arenas cuaternarias y recientes, quisieran distanciarse, diferenciarse, pero no pueden cortar el vínculo con las lagunas que nacieron de sus vientres y a las que siguen alimentado con las aguas que capturan sus verdes faldas de señoras hechas y derechas. Las lagunas se quedan en sus alturas de hasta menos de 100 metros sobre el nivel del mar, y las montañas inmediatas se alzan hasta los 500 metros sobre el nivel del mar para contemplarlas de arriba. Al influjo de sus vertientes montañosas las lagunas adquieren tonos esmeraldas y no pueden las palmeras aplacar su belleza, que aumentan marcando bellamente sus riberas.

En otras zonas del área protegida, montañas más altas, de hasta 1.200 metros, de sierras como Sunsás, Las Conchas, Bella Boca, Lúcuma, Santo Corazón, Los Tajibos, Murciélago y La Cal, aprovechan su altura para no perder de vista a las lagunas, al pantano y al río Paraguay y su llanura de inundación, a los cuales mandan sus aguas a través de emisarios menores, pequeños pero bravos ríos y arroyos como Tapanaquis, Correreca, San Fernando, Bahía Las Tojas, Santo Corazón, San Miguel, Verdolaga, Mercedes, La Cal y Las Conchas, entre otros.

Como se puede divisar desde la altura mayor de las mencionadas montañas, la planicie ondulada que constituye el territorio del Área Natural de Manejo Integrado San Matías, la segunda área protegida más extensa de Bolivia, con sus 2.918.500 hectáreas, no corresponde solo a la ecorregión del Pantanal y sus lagunas de alivio, también está cubierta por Bosque Seco Chiquitano y Cerrado, y se ofrece como opción de transición hacia los bosques amazónicos del norte. San Matías se ubica cerca del epicentro de la zona de división de las aguas continentales en Bolivia que, si se dirigen al norte es porque se han decidido por la cuenca amazónica, y si escurren al sur han optado por la cuenca del Plata.

Queda así muy claro el rol adicional que asume San Matías como eslabón oriental del corredor de conexión entre áreas protegidas chaqueñas y amazónicas, compartido con la Reserva Municipal de Vida Silvestre Valle de Tucabaca, con la que hace contacto directo al suroeste, y el Parque Nacional Noel Kempff, más lejano, al norte, para contar solo las unidades de conservación bolivianas con gestión actual. San Matías es también parte del Sitio Ramsar Pantanal Boliviano, incluido el año 2001 en el listado de humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas.

El área alberga, además, un Territorio Comunitario de Origen (TCO) titulado a la etnia ayorea, y otros dos que se encuentran en trámite.

Los bosques y las sabanas que cubren el área tienen una alta diversidad, configurando diferentes hábitats y confiriéndole al área una aún mayor biodiversidad. Un total de 20 unidades de vegetación han sido identificadas en el área, y muchas de ellas destacan por sus dimensiones y su variada oferta: el bosque alto semideciduo y subhúmedo, el bosque del Cerrado, el bosque subhúmedo de pie de monte, el bosque alto ripario, las islas de monte, las sabanas arboladas de semialtura, los palmares, los campos rupestres limpios y sucios, el matorral chaqueño y las áreas de vegetación acuática herbácea de los juncales y junquillares, hasta bajar a la vegetación acuática superficial y sumergida de aguas libres.

Un estudio inicial de estas unidades arrojó un registro muy preliminar de 874 especies de plantas, siendo las más representativas las especies duras de morado, soto, tajibo, cuta, mora, y las que no lo son tanto como el jichituriqui, cedro, roble, chaaco y los palmares de carandaí, motacú y totaí. La diversidad de especies es alta, pero no menos notable es la concentración de poblaciones de la misma especie que se repiten y prodigan como un regalo para la vista.

Clasifican así los extensos tajibales con sus flores amarillas, los palmares de carandaí que acompañan la vista hasta el infinito, el doble color de los garabatales cuyo rojo corazón se multiplica en sangre por sus inclementes agujas, las dilatadas colchas de tarope que amansan las corrientes de los ríos y los rincones de aguas mansas donde reina imponente la Victoria regia, el nenúfar más grande del mundo, que a pesar de su mayor fama como planta amazónica fue descubierta para la ciencia en la parte boliviana del río Paraguay. Este fabuloso lirio, llamado de irupé en la mayor parte de América, es el más grande y grandioso, y despliega su belleza haciéndose acompañar por aves menudas y multicolores mariposas que se asientan en sus enormes hojas.

La fauna, por su parte, hace su aparición en honor a los ecosistemas que convergen en la región y que soportan gran variedad, poblaciones singulares y endemismos. San Matías es la única área protegida boliviana que tiene registros reales de albergar a la paraba Jacinta, símbolo y especie bandera del área protegida, cuyas poblaciones se reparten entre Brasil y Bolivia y se encuentran amenazadas. San Matías alberga seguramente, también, lo que deben ser algunas de las poblaciones más saludables de piyos, chanchos silvestres, ciervos de los pantanos y otros cérvidos, londras, capiguaras, lagartos yacarés y las tan temibles sicuríes, solo para citar a las especies que más atraen y atrapan la curiosidad humana. De la misma forma, en el área se pueden observar muy importantes concentraciones de especies de aves acuáticas que disfrutan del buen estado de conservación de este gran humedal. Muchas de sus especies están incluidas en los listados de especies amenazadas, y San Matías constituye un importante refugio para ellas.

Tratándose de una Área Natural de Manejo Integrado, categoría de conservación que admite usos extractivos y consuntivos siempre que sean actividades rurales sostenibles, en San Matías se desarrollan labores productivas comerciales y de subsistencia, todas ellas anteriores a la existencia del área protegida. Destaca entre ellas la ganadería, aunque también existen actividades forestales, agricultura, principalmente de subsistencia, y algo de minería.

La actividad minera es creciente y esperanzadora para la gente local que habla de minerales como el oro, el níquel, el uranio, y que por el momento se concentra principalmente en la explotación de bellos cristales, con la extracción de piedras semipreciosas como el cristal de roca o cuarzo en formas y colores diferentes: aventurina, amatista y ametrino, siendo este último una combinación de amatista y citrino conocida con el nombre de "bolivianita", gema de colores en bandas que van del amarillo al violeta, pasando por tonos de lila, piedra única en el mundo que se extrae exclusivamente de socavones de un yacimiento de origen hidrotermal denominado Mina Anahí, ubicado en las proximidades de la laguna Mandioré.

El Área Natural de Manejo Integrado es un conglomerado de estancias y tierras fiscales en los que vive una población humana de muy baja densidad demográfica y de un extracto cultural predominantemente chiquitano, con influencia brasileña y un estilo de vida ligado estrechamente a la ganadería. Si se recorre por tierra -a pie, a caballo, en dos o cuatro ruedas-, el ingreso de su lado suroeste se inicia subiendo y bajando sierras, y sigue en sucesivo tránsito de vadear quebradas y ríos, una sucesión de ranchos y estancias, de abrir y cerrar tranqueras, de salvar mataburros, de llenarse los ojos con múltiples islas de bosque, con segmentos de Cerrado, con inmensas extensiones de palmares regularmente adornados con orquídeas del género Catasetum, hasta que se antepone de nuevo un lomerío, o se interpone un pantano o se alcanza una laguna, y se baja hasta sus orillas, tras sus victorias regias o sus colchales de tarope.

El recorrido terrestre, de día o de noche, regala sorpresas y hay que hacerlo con los ojos bien abiertos, atentos a cruzarse con una tropa de piyos o un tatú carreta atropellando matorrales como una topadora, a ver hurones y zorros escabullirse entre los arbustos, o a ver el vuelo cercano de tropas dispersas de parabas azules gritando fuerte, o a divisar en lontananza la figura de un jinete que luego se materializa en forma de un vaquero pantanero, con el sombrero y las botas puestas, soplando su marucho, y dejando brillar el metal de la hebilla del cinturón del que pende el infaltable facón.

El Pantanal de San Matías se hace umbrío, misterioso, profundo en ciertas zonas en las que no basta arremangarse el pantalón y hay que buscar manera de bordearlo, vadearlo, esquivarlo, navegarlo, según la urgencia de llegar o la necesidad de explorar y el tiempo disponible.

El hombre pantanero, ganadero, convive con la fauna silvestre, fiera y hostil, en singular modelo de coexistencia con animales de producción tan domesticados como se los permite el medio salvaje y cerril. Tan hostil puede ser el medio que es preciso enfrentarlo con caballos pantaneros, bestias de trabajo acostumbradas a penetrar yomomales, a atropellar tararaquizales, a recorrer grandes distancias.

Las estancias ganaderas, los ranchos y las comunidades se alternan ofreciéndose como posadas al viajero que viene a San Matías para impregnarse de su civilizada rusticidad. Bucólicas y hospitalarias poblaciones chiquitanas y mestizas, esparcidas por el interior del área protegida, tales como Santo Corazón, Rincón del Tigre, San Fernando, Puerto Gonzalo, La Gaiba esperan al visitante con excesos de lo poco que disponen sus economías de alternancia estacional. Bastante alejadas de centros poblados mayores y mejor asistidos, a estas risueñas comunidades se puede acceder por caminos que salen desde las poblaciones sureñas de Roboré, Santiago, El Carmen y Candelaria, o por el norte, desde San Matías. El acceso es limitado por los caminos que se pierden bajo el pantano casi la mitad del año, y la mayor parte del tiempo el movimiento que ocurre en su interior está principalmente relacionado a los intercambios internos de sus quehaceres ganaderos.

En algunas comunidades, inmersas en lo que ahora son sus territorios comunitarios de origen, subsisten grupos ayoreos seminómadas que deambulan libres, siempre curiosos y amistosos con la visita.

San Matías es tierra de bienvenidas, por ella penetran los primeros soles de cada día, las lluvias, las humaredas, y hasta ocasionalmente las ventoleras que levantan su tierra roja y disipan o exacerban el calor intenso. San Matías hace invitaciones al lomo del caballo, regala paisajes de ensueño y ofrece una inmensidad desolada y viva, vivaz. Es tierra de frontera, de hitos y monolitos, de temporadas navegables para barcos medianos y de navegación permanente para botes a remos.

Es tierra del Cerrado, con sus orquídeas epifitas, rupícolas y terrestres. Del Bosque Seco Chiquitano, con sus maderas duras. Del Pantanal, con sus aguas libres. Y de la gente, con su invencible esperanza.


Fuente. Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.


Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Isla del Viejo, laguna Mandioré. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Laguna Mandioré. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Ara chloroptera. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Thectocercus acuticaudatus. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Anodorhynchus hyacinthinus. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Bosque caducifolio del Cerrado en invierno y la serranía de Sunsás al fondo. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Palmar de Copernicia. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Serranía de Sunsás. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Mycteria americana, bato cabeza seca. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Rhea americana, piyo. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Ramphastos toco, tucán. Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Rhynchops niger, rayadora. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Pilherodius pileatus. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Syrigma sibilatrix. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Myrmecophaga tridactyla, oso hormiguero. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Mico mico. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Alouatta caraya, mono aullador (macho). Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Pecari tajacu, taitetú. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Caiman yacare. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Bosque Seco Chiquitano, en la orilla de la laguna Mirim. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Laguna La Gaiba. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · San Matías · Laguna Uberaba. Autor: Willy Kenning.

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