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Reserva de San Rafael.


Mapa:
Nombre: Reserva de San Rafael. / Categoría: Área Protegida Municipal. / Acción: Creación, 2006. / Instrumento Legal: Ordenanza Municipal Nro. 015/2006. / Área: 69.143 hectáreas. / Jurisdicción: Provincia José Miguel de Velasco. Municipio de San Rafael.

Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.

Área Protegida Municipal.

Bajo el resguardo y amparo de uno de los tres arcángeles principales, aquel que protege a los viajeros, cuida la salud y patrocina los noviazgos, yace la población chiquitana y misión jesuítica de San Rafael, y a su vera el área protegida que lleva su mismo y santo nombre.

Creada con el objeto de cuidar valores de conservación comunes pero imprescindibles para su jurisdicción, conservar y contribuir a la protección del medio ambiente y de los recursos naturales con la finalidad de mantener el equilibrio ecológico del bosque seco tropical, la Reserva Municipal de San Rafael es la única del municipio, pero no la única de la provincia Velasco, que alberga otras grandes y prestigiosas áreas protegidas.

La de San Rafael es una reserva con características naturales presentes en otras áreas protegidas con las que comparte la ecorregión del Bosque Seco Chiquitano pero que adquieren particular importancia en la zona en que se ubican. Siendo, además, la única del municipio, representa para este un orgullo y un gran aporte a la conservación del patrimonio natural departamental.

Es un paraíso de maderas duras que igual sirven para soportar y apuntalar las amplias naves de los templos y las frescas casas que habitan sus tranquilos pobladores, que para tallar santos, armar retablos y labrar capiteles. Maderas duras y duraderas que tienen a su cargo el terco oficio de aguantar empellones animales en corrales y cercas, de resistir el paso y el peso de los años en los puentes y mataburros de sus escasos caminos, de funcionar como marcas y marcadores de la labor productiva, principalmente ganadera y forestal, que se desarrolla en la comarca, y de dar merecido renombre a toda la región chiquitana.

Madera de especies que le saben pelear al rayo y al fuego, especies de árboles que crecen sobre suelo rojo, que acogen y alimentan a una variada fauna, que lo mismo verdean exuberantemente el paisaje que lo ponen amarronado y alfombrado por la caída estacional de sus hojas caducas.

Especies que persisten empecinadamente en resistir a la falta de gestión actual que tiene el área protegida, y que saben disimular muy bien la vulnerabilidad determinada por la relativa facilidad de acceso, el atractivo de sus vetas forestales, el sugestivo silencio de quienes deben expresarse, y la permanente tentación de expansión de actividades ganaderas.

La ubicación de la reserva entre concesiones forestales, la extracción ilegal de madera, el desmonte en las cabeceras de los ríos y la caza furtiva, agregan amenazas poderosas y de difícil resolución para la viabilidad de la misma, y constituyen por ello objetos principales de preocupación.

A su vez, estos signos de fragilidad son compensados por la presencia de una población chiquitana, campesina e indígena, que tiene voluntad de conservar allí una porción representativa de su territorio, como muestra del entorno natural que permitió el desarrollo histórico de su raza, su religión, y su sociedad tranquila, armónica y musical. De esta población, precisamente, es de la que se espera una voluntad transformada en compromiso firme y cotidiano hacia el manejo sostenible de sus recursos naturales.

El diseño funcional de la Reserva Municipal de San Rafael en tres polígonos de conectividad hacen más complejo su manejo como una sola unidad de conservación pero, a la vez, su cercanía y conexión con la capital del municipio y el circuito misionero jesuítico que adorna la región hacen propicio su complemento con el turismo religioso y de disfrute de las tradiciones chiquitanas que se practica allí cada vez con más marcado éxito. Esto, sumado a posibilidades de turismo forestal, científico y educativo en una parte del área protegida, le augura posibilidades concretas de convertirse en verdadera alternativa económica para la población local.

De lo demás se encarga San Rafael y otros santos vecinos y asociados, que todo lo pueden: cualquier peregrino, visitante ocasional, explorador o turista que se acerque a la reserva será bienvenido y protegido por este arcángel, que le cuidará la salud y nada raro que hasta le consiga consolidar un noviazgo duradero como el de las eternas maderas que sustentan la fe de su campanario.

El futuro, que está siempre cerca, dará justa cuenta de la efectividad de sus obras y designios.


Fuente. Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.


Foto: Áreas Protegidas Municipales · Reserva de San Rafael · Bosque Seco Chiquitano. Autor: Willy Kenning.

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