Poesías

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» Carlos Zambrana Franco.


El tesoro escondido.


No recuerdo si lloraba o reía
aquel hombre que ví sentado
sólo con sus quimeras
mirando el agua transparente
de una solitaria fuente
sombreada de palmeras
una mañana a la hora en que el sol salía.

-¿Qué hace solitario peregrino?,
dije al hombre de la fuente
-¿tienes hambre o estás perdido?
los surcos de tu frente
me dicen claramente
que sufres o mucho has sufrido,
dime qué te ha hecho el destino.

-Viajero compasivo; siéntate a mi lado,
díjome el desconocido,
-mi historia te dirá que no soy desgraciado.

-La tempestad que de nuevo agita al mundo
y oblígome a salir de mi tierra
y en el desierto de la vida recorrida
encontré éste oasis lleno de encantos
lleno de flores, de amor y de luz
que se llama Santa Cruz,
regazo dulce e incomprendido.
En este paraíso perdido vi una peña
que taladré con cuidado y ansiedad
para mi refugio en la tempestad
y adentrándome hallé un gran tesoro,
el alma y el corazón de la mujer cruceña.
Desde entonces no me aparto de este sitio
donde muchos me han visto llorar y reir,
es que nadie sabe
que recién he comenzado a vivir.

-Adiós, me dijo el peregrino
-Adiós, díjele,
sigue guardando tu tesoro
porque lo que has hallado es divino.


Fuente. Libro: Poetas Cruceños. Año: 1983. Autor: Orestes Harnes Ardaya. Editorial Serrano.


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