Poesías

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» Emilio Finot Franco.


A Santa Cruz de la Sierra.


I

¡Santa Cruz de la Sierra...! ¡Toda mi infancia
con sus juegos, y toda mi adolescencia
con sus locos proyectos en abundancia!...
Los instantes más bellos de mi existencia...

Los momentos en que hice mil travesuras,
tracé versos ingenuos de fácil rima,
soñé que me esperaban dulces venturas
y lloré tiernamente por una prima...

Evocando memorias, mi joven vida
con profundo cariño dice tu nombre,
¡oh ciudad, tan aislada, tan escondida,
cual la senda dichosa que busca el hombre!.

II

Aún guardas en tu seno como un tesoro,
el honor de la altiva nobleza hispana
y, con las tradiciones de honra y decoro,
la lengua de Castilla, rica y lozana.

Ostentas en tu escudo cruz y leones,
y castillos que dicen tu fortaleza,
y tus hijos poseen los corazones
más llenos de bondades y de nobleza.

Siendo de un rico idioma depositaria,
y de una pura sangre, conservadora,
al viajero recibes hospitalaria
con sencillez afable de gran señora.

No tienes los orgullos de vulgar gente
que exhibe pretensiones de aristocracia;
tu eres la alta señora que jamás miente
y gasta con el huésped discreta gracia.

Aunque no siempre rindas culto a las modas
eres interesante sin ser grotesca;
y, de nuestras ciudades, tú más que todas,
mereces el nombre de pintoresca.

III

¡Qué risueña apareces a la mirada!
A tus plantas se extienden verdes praderas;
te rodean los bosques y eres besada
por las brisas que mecen a tus palmeras.

Las costumbres sencillas ponen un sello
patriarcal a tus fiestas tradicionales,
en las que el regocijo con su destello
ilumina los blancos rostros joviales.

Quien llega a conocerte, siempre medita
en el raro atractivo que vive en tí.
Simpatiza contigo quien te visita,
ya sea un ignorante, ya un D´Orbigny.

¡Viendo tus campos próximos, se sienten ganas
de bendecir la libre vida que goza,
quien no sabe tantas cosas mundanas
y es feliz con sus siembras y con su choza!.

Sugieres una vida frugal y pura,
lejos de los engaños y los bullicios,
lejos de la etiqueta que nos tortura
y de tantas mentiras y tantos vicios...

Porque tú no te apartas de tu floresta
y te ríes de huelgas y de anarquistas,
y ofreces con tus galas natural fiesta
para los ojos sabios de los artistas.

Tus hermosas mujeres de aire andaluz,
tus flores y tu cielo, tu hermoso sol,
hacen -¡oh hermosa tierra de Santa Cruz!-
que parezcan la nieta de un español
que juntó por caudales la honra y la luz
y te dejó por dote nobleza y sol.


Fuente. Libro: Poetas Cruceños. Año: 1983. Autor: Orestes Harnes Ardaya. Editorial Serrano.


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