Santa Cruz de la Sierra.
En el nombre del Rey de las Españas
el linajudo capitán hispano
puso fin a las ínclitas campañas
de su pujante acero toledano.
Huyendo de las bárbaras hazañas,
libre de su armadura, el castellano
horadó con el hierro las entrañas
del prodigioso suelo americano.
La fiera y aguerrida soldadesca
depuso el rudo gesto de la gresca
para empuñar las armas del labriego,
y recordando una ciudad ibérica
surgió llena de luz y de sosiego
la nueva Andalucía de América.
Santa Cruz de la Sierra; castellana
ciudad de un gran linaje señoril,
en tí fuese la reina una sultana
de la gloriosa estirpe de Boabdíl.
Alzáranse a la luz de la mañana
las esbeltas mezquinas de marfil
donde alguna cautiva cristiana
señora con las vegas del Geníl.
La gracia sevillana, el español
acento de la voz de tus mujeres
que entre los dientes sangran un clavel,
y el claro cielo y el brillante sol,
dan al amante corazón placeres
y al artista la gloria del laurel.
Fuente. Libro: Poetas Cruceños. Año: 1983. Autor: Orestes Harnes Ardaya. Editorial Serrano.
